[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Andrea Rodríguez Martínez[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]
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Los ojos de Andrea
El vestido de los pensamientos
Febrero ha sido el mes de las enfermedades raras (EERR), y muchas de estas enfermedades llevan consigo el trastorno del lenguaje. En el Cole de Celia y Pepe enseñaremos a niños con enfermedades raras o relacionadas con trastornos del desarrollo y cuya característica común son los trastornos del lenguaje. Gracias a una enseñana individualizada y ajustada a sus necesidades y Características, estos niños podrán aprender, salir adelante e integrarse en la sociedad.
Por lo tanto, en este post, me voy a centrar en las dificultades del lenguaje que pueden sufrir los niños con enfermedades neurológicas a lo largo de su desarrollo evolutivo.
Según la pediatra especialista en neuropediatría, María José Mas “muchas de estas enfermedades tienen sistematología neurológica”; por ello le gusta decir que la neuropediatría es una especialidad rara. También afirma que “ cuanto mayor sea la discapacidad cognitiva, antes y más extensamente veremos problemas en las áreas comunicativas”
En España conviven, nada más y nada menos que un total de 94.560 mil niños con trastornos del aprendizaje. 46.841 mil pertenecen a niños de Educación Primaria y el resto a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). De esta cifra, 42.421 mil niños tienen específicamente trastornos del lenguaje y la comunicación; de los cuales 11.879 mil corresponden a la etapa de Educación Infantil, 27.149 mil a la etapa de Primaria, 2.880 a la etapa de ESO y el resto pertenecen a niños que están matriculados en Bachillerato y FP de grado medio o superior.
El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) según el DSM-IV, es un trastorno que retrasa la adquisición del lenguaje en niños que no tienen pérdida de audición ni ninguna otra causa de retraso en su desarrollo. Este trastorno también se conoce como trastorno del desarrollo del lenguaje, retraso en el lenguaje o disfasia de desarrollo; y en DSM-V ya se conoce como trastorno del lenguaje. Es una de las discapacidades del aprendizaje más comunes durante la niñez, que afecta aproximadamente al 7 u 8 por ciento de los niños en la etapa de educación infantil. El impacto del TEL puede persistir en la edad adulta.
Algunas de las causas del trastorno se desconocen, pero los descubrimientos recientes sugieren que tiene un fuerte vínculo genético. Es más probable que los niños con el trastorno específico del lenguaje tengan padres y hermanos que también han tenido dificultades y retrasos en el habla, comparados con niños sin este trastorno. De hecho, del 50 al 70 por ciento de los niños con TEL tienen al menos un miembro de la familia con el mismo trastorno.
Según los datos del Servicio de Salud de Estados Unidos, los niños con trastornos del lenguaje tienen problemas importantes de comunicación que son también característicos de la mayoría de los niños con algún trastorno del espectro autista, TEA (Autism Spectrum Disorders, ASD).
Tradicionalmente, se ha denominado afasia a los trastornos moderados o severos del lenguaje, congénitos o adquiridos. En la infancia, además, debe especificarse con los términos afasia evolutiva y disfasia evolutiva (resultado de la evolución natural del niño) y disfasia adquirida (resultado de problemas devenidos)
Si nos centramos en la primera, la disfasia evolutiva deberá entenderse como un trastorno específico del lenguaje que afecta tanto a la expresión como a la comprensión. Se da en niños de inteligencia normal, que no han adquirido el lenguaje en la edad correspondiente y que no presentan ningún tipo de alteración sensorial, neurológica, emocional ni privación ambiental.
Dado lo complejo del lenguaje, hay muchos modos en los que puede verse alterado su desarrollo, aunque sí podemos hablar de algunos problemas comunes:
- El trastorno fonológico: es la producción inadecuada de los sonidos del habla. Básicamente consiste en los errores que comete el niño, así como las repetidas omisiones, distorsiones y sustituciones al hablar. Por ejemplo, por uso de sonidos (fonemas) incorrectos, en lugar de otros más difíciles, como ocurre en el caso de foro en lugar de toro. También puede omitir fonemas difíciles, como por ejemplo patilla en lugar de zapatilla. En cualquier caso, no todos los niños con problemas de articulación presentan lo que se puede catalogar como trastorno, ya que, en ocasiones, dichos errores son propios de la propia evolución, por lo que es necesario siempre un correcto diagnóstico.
- El trastorno expresivo: hace referencia al habla en cuanto a vocabulario, estructura sintáctica y otros aspectos de la producción del lenguaje. Así por ejemplo, aunque el niño presente un vocabulario pobre y emplee frases muy cortas y simples, éste es capaz de comprender la lengua y los conceptos propios de su edad. De este modo, el niño es capaz de obedecer instrucciones simples o de señalar los objetos y utilizarlos en respuesta a lo que expresan los demás.
- Los trastornos receptivos: supone que el niño presenta dificultades en la comprensión de lo que dicen los demás. Por ello, el niño puede no reaccionar ante algo que se le diga, parecer que ignora al interlocutor, o que reacciona inadecuadamente. Para estos niños, es importante entender que las palabras aisladas, las locuciones, la polisemia de las palabras, los tiempos verbales pasados o el orden de las palabras pueden llegar a resultar problemáticos. Asimismo, los niños con problemas receptivos suelen presentar deficiencias en la expresión y, con menos frecuencia, en la articulación. Así, pues, por lo general, el trastorno receptivo del lenguaje es la discapacidad más grave en lo que se refiere al lenguaje.
En línea con lo expuesto, se pueden citar los problemas comunes que presentan los niños con este tipo de dificultad -trastorno específico del lenguaje (TEL) o disfasia evolutiva-. Estos son, en términos generales, los siguientes:
- Déficit significativo en producción/comprensión del lenguaje, con capacidades normales en áreas no verbales.
- Déficit en la percepción del habla y escasas habilidades de vocabulario, que se reflejan en dificultades de denominación, memoria, sintaxis (gramática) y semántica (significado de la palabra).
- Deterioro del procesamiento de la secuencia temporal de estímulos auditivos no verbales y mala discriminación de sonidos, sobre todo cuando las señales auditivas no se procesan rápidamente.
Por otro lado, encontramos el segundo tipo de disfasia que enunciábamos a modo introductorio: la disfasia adquirida. Este tipo de trastorno supone una pérdida del lenguaje ya adquirido, que se produce por lesión cerebral o por pérdida progresiva concomitante a la aparición de un trastorno epiléptico. Como se trata de lenguaje ya adquirido cuando se produce la lesión, la edad de 3 años puede considerarse límite inferior; y aunque no hay un límite superior preciso, cabe decir que a partir de los 10 años se parecen cada vez más al trastorno del adulto.
Así, un tipo de afasia adquirida es la que aparece en relación con cierto tipo de crisis epilépticas (Síndrome de Landau-Kleffner). El lenguaje adquirido manifiesta una pérdida súbita y progresiva, asociada a un EEG anormal, en el que se evidencia crisis epilépticas eléctricas, en la mayoría de los casos sin síntomas acompañantes. Se trata por tanto de un trastorno neurológico cerebral, con aparición más frecuente en la infancia y adolescencia que en la edad adulta, que es muy variable de caso a caso en su presentación clínica, su progresión y su etiología. En relación con el lenguaje, aparece afectada tanto la comprensión como la expresión.
En definitiva, los niños con trastornos del lenguaje tienen graves problemas para expresarse a través del lenguaje oral. Normalmente también les cuesta comprender lo que otros les dicen.
Pero aunque en el TEL la afectación principal está en el lenguaje oral, suele haber otras áreas de desarrollo problemáticas. El alumnado con este trastorno puede tener problemas con la lectura y la escritura, con el cálculo matemático, muchos problemas atencionales, cierto grado de hiperactividad, comportamientos disruptivos, problemas para la comunicación social, comportamientos negativistas y desa antes, tiene mayor riesgo de padecer problemas emocionales en la adolescencia, grandes di cultades para las relaciones sociales, es blanco fácil del acoso escolar, etc.
Por lo tanto el TEL no es un trastorno tan específico del lenguaje como su nombre pudiera hacer pensar. Tampoco es un retraso simple del lenguaje al que haya que dar tiempo. Ni es un problema de pronunciación. Ni una cuestión de inmadurez o de educación. El TEL es un trastorno grave que va a acompañar al alumno afectado a lo largo de toda su trayectoria escolar y por ello hay que tomárselo en serio y trabajar para que en un futuro sean lo más independientemente posible.
“El lenguaje es el vestido de los pensamientos.” Samuel Johnson.
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Andrea Rodríguez Martínez
Diplomada en Educación Infantil.
Licenciada en Psicopedagogía.
Amplia experiencia docente en enseñanza infantil y primaria.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]