«Mi hija adolescente siempre ha tenido dificultades con matemáticas, pero ahora se ha cronificado, y le esta afectando a nivel emocional». Es probable que esta frase te suene familiar. En muchas ocasiones, se cae en el error de culpar al alumno empleando términos como «vago», «despistado», «desinteresado». Pero, probablemente, ese niño siempre ha tenido dificultades cognitivas, como en la memoria de trabajo. Ahora, como las exigencias ambientales van aumentando, se siente frustrado. En el Gabinete de la Fundación Querer, te podemos ayudar,
Las dificultades cognitivas, como las que afectan a la memoria de trabajo, pueden manifestarse de diversas maneras y pueden ser resultado de condiciones médicas, lesiones cerebrales, trastornos del desarrollo o simplemente parte del proceso normal de envejecimiento. La memoria de trabajo es un componente crucial del sistema cognitivo que nos permite mantener y manipular temporalmente la información necesaria para realizar tareas mentales complejas, como seguir instrucciones, resolver problemas o llevar a cabo múltiples tareas simultáneamente. Cuando esta función se ve comprometida, las personas pueden experimentar dificultades para recordar información reciente, mantener el enfoque en una tarea específica o seguir una secuencia de pasos.
Estas dificultades pueden interferir significativamente en la vida diaria de una persona, afectando su capacidad para funcionar de manera efectiva en el trabajo, en la escuela o en las relaciones interpersonales. Por ejemplo, un individuo con dificultades en la memoria de trabajo puede tener dificultades para recordar las instrucciones de un jefe, mantenerse al día con las conversaciones en grupo o seguir una receta de cocina. Además, estas dificultades pueden generar frustración y estrés, lo que a su vez puede empeorar los problemas cognitivos al afectar la atención y la concentración. Es importante abordar estas dificultades mediante estrategias de compensación, como el uso de herramientas de organización, técnicas de memoria y entrenamiento cognitivo, para mejorar la calidad de vida y el funcionamiento cognitivo de quienes las experimentan.
Tachar a un alumno de «vago» sin considerar la posibilidad de que pueda estar enfrentando dificultades cognitivas puede tener consecuencias graves y perjudiciales para su desarrollo académico y emocional. Este tipo de etiquetas puede generar un estigma injusto que afecta la autoestima y la motivación del estudiante, haciéndole creer que es incapaz de alcanzar el éxito académico. Además, al no abordar las posibles dificultades cognitivas subyacentes, se pierde la oportunidad de proporcionar el apoyo y los recursos necesarios para que el alumno pueda superar esos desafíos y desarrollar todo su potencial. En lugar de eso, se corre el riesgo de que el alumno se desmotive aún más y se desconecte del proceso educativo, lo que puede tener repercusiones a largo plazo en su trayectoria académica y en su bienestar emocional. Es fundamental que los educadores estén atentos a las señales de posibles dificultades cognitivas y aborden cualquier preocupación con empatía y profesionalismo, buscando soluciones que promuevan el aprendizaje y la inclusión de todos los estudiantes.
Te podemos ayudar
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