[vc_row][vc_column width=»3/4″][vc_column_text responsive_align=»left»]Los trastornos del habla son alteraciones del habla normal que afectan al grado, forma, intensidad, tiempo, cantidad, calidad o ritmo lingüístico, dificultando las posibilidades de expresión oral en el niño, aunque está preservada la estructura simbólica del lenguaje. En esta línea, determinadas lesiones del sistema nervioso o de los órganos bucofonatorios pueden causar trastornos del habla en el niño. Así, nos encontramos que, los trastornos más frecuentes del habla infantil son: dislalia, tartamudez y disartria.
Dislalia
Se llama dislalia a un trastorno de la articulación de las palabras causada por alteraciones en las áreas periféricas del lenguaje. Sus síntomas pueden confundirse con los de la disartria, no obstante su diferencia se basa en que, en las dislalias, no existe un trastorno explícito en el sistema nervioso. De esta manera, a partir de los seis años el niño con un desarrollo normal tiene que tener suficientemente adquiridos todos los sonidos del lenguaje. A los cuatro o cinco años la deficiente articulación de los fonemas se denomina dislalia fisiológica y no siempre tiene un valor patológico.
Desde una descripción externa de los síntomas, podríamos distinguir:
- Dislalias por omisión: el niño omite el fonema.
- Dislalias por sustitución: el niño sustituye un fonema por otro: por ejemplo la sustitución de /k/ por /t/, de /z/ por /f/ son frecuentes.
- Dislalias por distorsión: en lugar del fonema correcto, el niño produce un «ruido» que no pertenece al sistema fonético del idioma; en castellano las dos distorsiones más frecuentes son el rotacismo gutural (pronunciación de la /r/ francesa) y el sigmatismo lateral (pronunciación de /s/ z /ch/ o de uno de ellos con la lengua pegada al paladar y escape lateral del aire.
La mayor parte de las dislalias se recuperan con el tiempo, pero algunas (principalmente las dislalias por sustitución y distorsión) las podemos encontrar con relativa frecuencia en adultos.
Tartamudez o disfemia
El trastorno consiste en una marcada alteración de la fluidez normal y la estructuración temporal del habla. Por tanto, es una alteración en la actualización del habla y no en la competencia del habla.
El tartamudeo de menor intensidad es frecuente en la primera infancia de forma transitoria. Por lo que para ser diagnosticado debe ser suficientemente importante como para producir una alteración significativa en el rendimiento escolar, laboral o social. En el caso de existir un déficit sensorial o motor del habla, las deficiencias producidas en el habla son mayores a las que podrían esperarse de tales alteraciones.
Asimismo, el cuadro se caracteriza por una gran variabilidad tanto situacional como personal. De este modo, la alteración puede variar en función de las situaciones, produciéndose una mayor interferencia del problema cuando existe una presión especial para comunicarse. Mientras que en otras circunstancias, el tartamudeo suele desaparece. Como por ejemplo, en el caso de leer en voz alta, cantar o hablar con objetos inanimados.
En algunos casos, el niño al ser consciente de sus dificultades, puede sufrir de miedo anticipatorio e intentar evitar el tartamudeo alterando el ritmo del lenguaje, prescindiendo de ciertas palabras o sonidos, sorteando ciertas situaciones en las que se ve obligado a hablar, o con movimientos motores como tics, etc. (que se denominan balbismos).
Podemos distinguir tres tipos de tartamudez, según los síntomas predominantes: tónica, clónica o mixta.
La disfemia tónica se caracteriza por la interrupción del habla al comienzo del discurso, como consecuencia de la inmovilización de los músculos fonatorios, seguida de una explosión cuando cede la inmovilización.
La tartamudez clónica se caracteriza por las emisiones involuntarias de una o varias sílabas.
La tartamudez mixta se manifiesta con bloqueos y repeticiones, siendo de mayor gravedad que las otras dos modalidades.
En cualquier caso, es importante saber que la tartamudez necesita un tratamiento, cuanto más precoz mejor, pero es necesario recordar que conviene no confundir este trastorno con la llamada «tartamudez evolutiva» que se refiere a las pausas, repetición de sílabas y palabras típicas de ciertos niños de tres y cuatro años que no encuentran sus palabras con la suficiente rapidez. Es la ausencia de bloqueos musculares la que nos permite diferenciarlo de la tartamudez, además de otras características del comportamiento.
Disartria
Es la perturbación de la pronunciación de un fonema por causa motriz. El niño no puede realizar correctamente el movimiento o postura requerida por el fonema, sea por una razón central (parálisis o paresia) o periférica (malformación ósea o muscular de los órganos articulatorios). Podemos distinguir varias modalidades de disartria que son más frecuentes en la infancia: espástica, flácida y atáxica.
- Disartria espástica: está causada por lesiones en la neurona motora superior, localizada en la corteza motora del cerebro.
- Disartria flácida: está causada por lesiones en la neurona motora inferior.
- Disartria atáxica: se produce por la afectación del cerebelo en el niño y se caracteriza por el habla escandida y la lentitud articulatoria, con hipotonía, disfunción faríngea y voz áspera y monótona.
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Psicóloga Clínica y Neuropsicóloga[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/4″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_single_image image=»26199″][/vc_column][vc_column width=»1/2″][mk_padding_divider size=»100″][vc_column_text]Dra. Pilar Tirado Requero
Neurólogo infantil[/vc_column_text][vc_separator color=»custom» accent_color=»#45a48e»][mk_padding_divider size=»20″][vc_column_text]Servicio de Neuropediatría. Hospital Nisa Pardo de Aravaca[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/4″][/vc_column][/vc_row]