[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Andrea Rodríguez Martínez[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]
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¿Qué es el Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad?
Parte I
El TDAH o TDA fue reconocido por primera vez como una enfermedad en el año 1902 por un médico británico llamado Dr. George Frederic Still, donde publicó una serie de artículos en la revista “Lancet”, en los que describía una serie de niños impulsivos con trastornos de conducta genéticamente determinados con los que hoy en día recibirían el diagnóstico de TDAH.
Desde esta fecha hasta el año 1980, el término “TH” (Trastorno por Hiperactividad) se refería a los niños que no podían permanecer sentados, que eran inquietos y traviesos y volvían “loco” a todo el mundo. Se trataba solo de problemas de comportamiento, ya que todos los planteamientos giraban en torno a éste.
En el año 1980, este trastorno es definido por la Asociación Americana de Psiquiatría. Y ya en 1987, el nombre fue cambiado a «Trastorno con Déficit de Atención e Hiperactividad”. En esta época los doctores y especialistas se dieron cuenta de que no era tanto un problema de comportamiento, sino más bien un problema con el sistema del manejo del cerebro, con sus funciones ejecutivas.
Con el paso del tiempo se ha aprendido que hay mucha gente que tiene TDAH y nunca ha tenido ningún problema de comportamiento importante. Y que incluso para aquellos que lo tienen, es usualmente lo menos importante. Son los problemas de atención los que suelen ser más problemáticos, particularmente cuando los niños crecen y se espera de ellos que sean capaces de controlarse.
Actualmente y desde el año 1994, se define el TDAH como un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia y que se caracteriza por tres síntomas nucleares bien diferenciados: el déficit de atención, la hiperactividad y/o la impulsividad, tanto cognitiva como conductual; y que en muchas ocasiones, estos síntomas permanecen a lo largo de la vida de la persona. Sin embargo, no todos los niños con este trastorno manifiestan los mismos síntomas y con la misma intensidad; y en muchas ocasiones, éstos están asociados con otros trastornos o enfermedades.
En el Manual de Diagnostico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM-IV), publicado por la American Psychiatric Association en su última version, se diferencian tres tipos de trastorno dentro del TDAH:
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, subtipo predominante inatento, donde el niño no parece escuchar cuando se le habla directamente ya que parece que esta soñando despierto y le cuesta ponerse en marcha, olvidando o perdiendo a menudo cosas.
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, subtipo predominante hiperactivo-impulsivo, donde el niño se mueve de un lugar a otro en momentos inapropiados, moviendo manos y pies en exceso y levantándose mucho de su silla.
- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, subtipo combinada (presenta síntomas atencionales e hiperactivos-compulsivos)
La evidencia científica muestra que este trastorno es mayormente hereditario (contiene un componente genético) ya que hasta el 80% de los casos de TDAH presenta un familiar con las mismas características. Es el trastorno con mayor incidencia en la población infantil y, según el texto revisado del DSM-IV, se considera que entre un 3 y 7% de la población infantil en edad escolar lo presenta en mayor o menor grado de intensidad. Esta cifra es una mera aproximación, pues realmente no se sabe con seguridad la cifra exacta, dado que es un trastorno a menudo mal diagnosticado, que pasa desapercibido o que incluso se confunde con otros trastornos del comportamiento. Lo que sí se puede afirmar es que es más frecuente entre niños que entre niñas, ya que por cada tres niños con TDAH hay una niña que padece este trastorno.
Aunque este trastorno tiene un origen orgánico, el entorno puede hacer mucho en la mejora de las dificultades que van surgiendo y en la evolución del niño afectado, previniendo la aparición de otros problemas o trastornos más graves. De ahí que tanto padres como educadores consideramos básico el poder tener una formación de estrategias educativas para intervenir en el momento en que se produce el incidente o la dificultad (estas estrategias se verán en la II parte)
Con respecto a la pregunta ¿por qué los niños se comportan así?, Russell Barkley, un prestigioso psiquiatra estadounidense que ha investigado y publicado mucho sobre el TDAH, explica que este trastorno es más que un problema de atención sino que también es un trastorno del sistema ejecutivo del cerebro. Las funciones ejecutivas son las capacidades mentales que nos permiten controlar nuestro comportamiento, anticipar el posible futuro y, a la vez, preparar y dirigir nuestra conducta hacia la consecución de un plan o tarea.
Por tanto, esta actuación no sólo posibilita regular la conducta en el presente, sino que también prepara a la persona en la elaboración de intervenciones posteriores mediante la autovaloración de las posibles consecuencias derivadas de escoger uno u otro comportamiento.
El TDAH interviene interfiriendo negativamente en este sistema ejecutivo del que hablamos y en la capacidad del niño para anticipar y prepararse para sucesos futuros, así como para orientar su conducta hacia éstos.
Características que presentan las personas con TDAH
Según el Doctor Thomas E. Brown, (Associate director Yale Clinic of Attention and Related Disordess) el TDAH lleva consigo un grupo de problemas que incluyen una amplia gama de características.
Para comenzar tratando este punto, es necesario mencionar que este trastorno no tiene nada que ver con la inteligencia. Hay personas que lo padecen y son muy inteligentes; con lo cual no influye en la inteligencia ni en la capacidad para aprender. No tiene nada que ver.
La mayoría de los niños con TDAH tienen problemas para permanecer atentos y, a menudo, como consecuencia se distraen con facilidad, ya que para ellos es realmente difícil estar enfocados en algo sin poder alejar todos los pensamientos que pasan por su cabeza. Por ejemplo: “un niño está sentado en clase y escucha como se cae un lápiz al suelo. Él inmediatamente dejará de hacer lo que está haciendo porque necesita ver donde cayó ese lápiz. Luego volverá a enfocarse por unos minutos en su tarea. Pero luego de nuevo se distraerá pensando en el programa que ayer por la tarde vio en la televisión, y luego volverá al trabajo por un minuto. Después pensará en que tendrá de comer en casa o mirará por la ventana, como cualquiera de vez en cuando lo hace, pero es probable que el niño se quede mirando a la ardilla subir el árbol durante más tiempo. Y luego volverá a la tarea de nuevo”. Pero lo que es realmente desconcertante y que lo hace todavía más difícil para estos niños es que es así durante casi todo el tiempo del día.
Por otra parte, existe un tiempo en el que no tienen la dificultad para concentrarse ya que en algunas tareas o actividades no tienen problemas para poner atención. Por ejemplo: “ un niño que entrena y juega a hockey se pasa durante una hora u hora y media muy concentrado en las estrategias o movimientos que conlleva jugar a este deporte; o un niño que se pasa, alomejor, dos horas seguidas jugando a un videojuego y que la única manera de que pare es poniéndose delante de la televisión”. En este caso los padres o profesores podrían decirle a estos niños: “si puedes poner atención cuando juegas al hockey o a los videojuegos, ¿cómo no puedes poner atención cuando estás sentado en clase?”
Es muy sencillo. No se trata que sólo suceda con los deportes o los videojuegos en sí; hay niños que no son buenos en esas cosas, pero por ejemplo sí en arte y está enfocada por horas haciendo dibujos.
Lo que se quiere trasmitir con estos ejemplos es que hay personas con TDAH que realizan algunas actividades con las que no tienen problemas para poner atención, aunque en casi todo lo demás tengan esa dificultad para concentrarse. Si es algo que le interesa al niño, entonces podrá poner atención. Se trata de un tema de motivación. A todos nos puede suceder algo así, pero la diferencia es que a las personas que no tienen TDAH, si tienen que hacer algo y saben que es importante, por lo general se obligan a prestar atención, aunque sea aburrido, solo porque saben que tienen que hacerlo. Sin embargo a las personas con TDAH les es increíblemente complicado obligarse a prestar atención, a menos que la tarea les interese mucho o si sienten que, muy pronto, recibirán alguna consecuencia si no lo hacen en ese preciso momento.
La cuestión es que estos problemas no están bajo su control. Puede parecer un problema de fuerza de voluntad: “si puedes hacerlo aquí, ¿porque no aquí o allí?”. Pero no es un problema de fuerza de voluntad, sino un problema con la forma en que el cerebro está conectado.
Otra complicación que les sucede a los niños con TDAH es que, varias veces, tienen problemas para organizarse y empezar hacer las tareas. Para muchos, es difícil organizar sus mochilas, sus pupitres, sus cuadernos, su habitación… Estos niños son más desordenados que la mayoría de los demás niños.
Otros, por el contrario, no tienen ningún problema con la organización de sus cosas, pero si tienen dificultades con la organización de su tiempo para realizar sus actividades, así como problemas de sueño, ya que al intentar dormir su mente no deja de dar vueltas pensando en muchas cosas al mismo tiempo.
Debido a una de las funciones ejecutivas implicadas en este trastorno, se explicaría por qué a menudo las personas con TDAH tienen un déficit en la autorregulación de las emociones y de su conducta, desmotivándose ante las tareas y no atendiendo durante un periodo largo de tiempo, ya que como les cuesta regular la motivación, no sostienen la atención; de modo que se despistan fácilmente.
Por último y por ello no menos relevante es que las personas diagnosticadas con este trastorno suelen tener una memoria funcional a corto plazo. Esto significa que pueden recordar situaciones o cosas que sucedieron hace , por ejemplo, tres años con lujo de detalles, pero si les preguntamos por algo en concreto que sucedió el día anterior, posiblemente no sepan responder.
Todos estos problemas con la memoria, las dificultades para controlar los actos, los problemas para regular las emociones y el sueño, la dificultad para enfocarse y mantener la atención, la falta de constancia, la tendencia al desorden o los problemas para organizar el tiempo; constituye la gama de dificultades que pueden tener los niños con TDAH, recordando que la mayoría de estas dificultades nos pueden suceder a nosotros de vez en cuando, con la diferencia que a las personas con TDAH les ocurre muy a menudo.
El trabajo tanto de padres como de profesionales de la educación será el de “enseñarles a aprender”, ayudándoles a aprender habilidades y a usar estrategias para que sean capaces de manejar todo aquello que tengan que enfrentar en la escuela y en sus relaciones sociales; así como lograr, también, que tengan un nivel “razonable” de autoestima creyendo y confiando en ellos mismos y en su potencial, brindándoles en todo momento un apoyo incondicional.
Para ello será necesario empatizar con el niño, ponerse en su lugar y generarle ayudas o adaptaciones en la realización de sus tareas con el objetivo de que logren esta autoconfiza y autoestima de la que hablamos y que necesitan para no sentirse diferentes con respecto a los demás. También será imprescindible ser capaces de averiguar y evaluar qué problemas o dificultades tiene el niño en particular, donde el siguiente paso sea llevado a cabo por todo el equipo de profesionales (médicos, padres, profesores y terapeutas) y trabajar conjuntamente para hacer frente a esas dificultades.
En definitiva, el punto de partida debe ser saber cuáles son esas destrezas y cuáles las dificultades a las que se enfrenta un niño con TDAH, y a partir de aquí, poder elaborar unas estrategias que permita desarrollar habilidades para ayudarle a aprender maneras de manejar más efectivamente sus dificultades, con el objetivo de que pueda progresar y desarrollar su potencial al máximo.
“Una ventaja que tienen estos niños es su energía. Si esta energía se orienta y se canaliza de una forma positiva, no veas la de ‘maratones’ que pueden correr.” Dr. Luis Rojas Marcos
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Andrea Rodríguez Martínez
Diplomada en Educación Infantil.
Licenciada en Psicopedagogía.
Amplia experiencia docente en enseñanza infantil y primaria.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]