Según datos estimativos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 1 de cada 100 niños en el mundo tiene autismo. Las personas que padecen este trastorno se caracterizan por tener dificultades en la interacción social y la comunicación y patrones atípicos de actividad y comportamiento. Estos síntomas pueden detectarse en la primera infancia, pero a menudo no se manifiestan totalmente hasta que las limitaciones de la persona dificultan las exigencias sociales.
Las capacidades y necesidades de las personas con autismo varían y pueden evolucionar con el tiempo. Aunque algunas llegan a vivir de manera independiente, hay otras con discapacidades severas que necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida.
De los subtipos a los grados
La clasificación del autismo ha variado a lo largo de los años. En 1994, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés), elaborado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría y que sirve de referencia a profesionales de la salud para establecer un diagnóstico de las enfermedades mentales, definía el autismo y sus trastornos asociados como “trastornos generalizados del desarrollo” (TGD) y establecía cinco subtipos:
- El trastorno autista
- El síndrome de Asperger
- El trastorno desintegrativo infantil
- El trastorno generalizado del desarrollo no especificado
- El síndrome de Rett
Sin embargo, la quinta edición (DSM-5), publicada en 2013 y revisada el año pasado, ha sustituido cuatro de estos subtipos (trastorno autista, síndrome de Asperger, trastorno desintegrativo infantil y TGD no especificado) por la categoría general “trastornos del espectro autista” (TEA), incluidos, a su vez, dentro de una categoría más amplia de “trastornos del neurodesarrollo”. Según esta nueva clasificación, el síndrome de Rett ya no forma parte de esta categoría y el síndrome de Asperger desaparece y entra en los TEA.
Además, ahora, en lugar de hacer distinción entre diferentes subtipos, el DSM-5 especifica tres niveles de gravedad en los síntomas, según el nivel de apoyo necesario:
- Grado 1: necesita ayuda
- Grado 2: necesita ayuda notable
- Grado 3: necesita ayuda muy notable
Según la anterior edición del DSM, el diagnóstico de autismo estaba basado en tres síntomas de base: deficiencias en la reciprocidad social, deficiencias en el lenguaje o en la comunicación y repertorio de intereses y actividades restringido y repetitivo. Ahora, cada uno de los tres grados se basa en dos categorías de síntomas:
- Deficiencias en la comunicación social
- Comportamientos restringidos y repetitivos