[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Mariana Lombardo

Licenciada en Fonoaudiología – Logopeda.
Especialista en trastornos del lenguaje y bilingüismo.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text responsive_align=»left»]

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¿Qué le pasa a mi hijo?

Hoy voy a escribir algo cortito (o al menos lo voy a intentar) para que no sea cansino, ya que me gustaría que todos podamos entender un poco mejor lo que podría sucederle a un niño que tiene algún trastorno del lenguaje (sea el que sea y con el diagnóstico médico que sea) cuando le hablamos y contamos “cosas complejas”. Claro, primero habrá que definir que son las “cosas complejas”. Pues bien, cosas complejas son todos los enunciados que contienen más de 4 elementos – “vamos a comer después de pintar”.

Aquí muchos estarán pensando que a quién escribe este artículo se le ha ido la pinza: eso no puede ser complejo! Pues no mis queridos, estoy muy centrada en lo que escribo y sé muy bien de lo que hablo. Ese es un enunciado complejo! Ahora bien, imaginaros que le decís eso a vuestro hijo e, inmediatamente después, el niño deja las pinturas, se sienta a la mesa y espera su plato. Al cabo de un minuto le entra una rabieta monumental porque la comida no llega. ¿qué hacemos como padres? repetirle, enfadados, “TE DIJE QUE COMERIAMOS DESPUES DE PINTAR!” – enunciado aún más complejo y con el agravante de que cuando alguien está nervioso no comprende del todo bien lo que decimos.

Cuestión, al niño le entra una rabieta mas gorda, a nosotros un enfado más grande y entramos en bucle. Cualquiera diría: “Qué niño difícil”; “Qué carácter”. Y si les digo que este niño lo único que ha podido captar del mensaje inicial es : “vamos – comer – pintar” ¿Seguiría siendo un niño caprichoso?. Muy bien. Esta situación podría mas o menos manejarse.

En casa hay pocos niños; aunque como papás a veces nos falte paciencia, amamos incondicionalmente a nuestros hijos y podemos hacer el esfuerzo de hablar simplificado; la familia o personas del entorno cercano también pueden entenderlo e intentar utilizar un lenguaje acorde a las posibilidades; el nivel de ruido que ocasiona más interferencias en el mensaje es mas o menos controlado.

Pero, ¿qué pasa en el colegio?. Lunes por la mañana, están los 23 niños de la clase sentaditos en la alfombra. La seño está preguntando que hicieron el fin de semana. Los más ansiosos quieren responder todos juntos y se solapan los discursos. Cuando por fin hablan de uno en uno, nuestro niño hace un esfuerzo monumental por enterarse de lo que hizo su mejor amigo. Ese esfuerzo sumado al anterior para lograr captar algo de todo lo que dijeron los 4 compañeros ansiosos, hace, como es lógico, que el cerebrito de nuestro pequeñin haga “cortocircuito” y desenchufe por un momento. Es ahí cuando nuestro guerrero empieza a jugar con el velcro de sus zapatos, con la coleta de la niña que está delante, e incluso se gira para ver que está haciendo el compañerito de detrás. La seño, claro está, le llama la atención varias veces. En la sala de profesores, alguno puede pensar que tiene un déficit de atención1 “Es que siempre hay que repetirle lo que hay que hacer”, “nunca se está quieto, siempre molestando al de al lado”. Y, de tanto 1 Pueden coexistir el déficit de atención y la alteración en el lenguaje, pero siempre me pregunto…¿qué va primero? ¿El huevo o la gallina? llamarle la atención, a nuestro niño se le va yendo poco a poco el entusiasmo por ir al cole.

Volvamos a la clase. Resulta que cuando la seño le vuelve a llamar la atención, nuestro hijo hace un esfuerzo por participar, pero claro, entre que la mitad del mensaje le ha llegado distorsionado, se ha perdido la otra mitad y cuando vuelve no puede recomponer el mensaje, grita todo feliz: MI PAPÁ TRABAJA EN LA TIENDA! Ahora, a la falta de atención y a que el niño se queda mirando las cosas fijamente, se le suma que dice cosas fuera de contexto. Mamá, papá y, porque no, la seño, se llevan las manos a la cabeza. Estos mensajes no suenan nada bien y no auguran nada bueno. Como siempre – aunque este artículo es cortito no os vais a librar de mi reto –.

Os propongo que vayáis a alguna conferencia del Centro Cultural Chino en Madrid. Luego contarme si no habéis experimentado algo de todo esto – la del 20 de Noviembre no vale porque es en Español .- Cuando no comprendemos lo que nos dicen, hacemos un gran esfuerzo durante un rato. Luego nos cansamos y dejamos de prestar atención. Cuando nos piden opinión o intervención, podemos decir algo mas o menos acorde o escondernos en un mundo “sin palabras”.

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Mariana Lombardo

Licenciada en Fonoaudiología – Logopeda.
Especialista en trastornos del lenguaje y bilingüismo.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]