[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]María Bueno Aguilera
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En el post de hoy vamos a explicar qué es la praxis.
La semana pasada hablábamos del planeamiento motor y la praxis está íntimamente relacionada, ya que se describe como la cognición que dirige el acto motor. Es decir, el proceso mental por el cuál pensamos cómo llevar a cabo determinada acción que implica un movimiento.
La praxis tiene la capacidad de concebir, organizar y llevar a cabo una secuencia de acciones desconocidas, las cuales implican:
Ideación: visión acerca de la acción —> ¿Qué hacer?
Planeamiento: elegir una estrategia —>¿Cómo lo hago?
Ejecución: el ejercicio motriz —>¿Cómo lo hago?
Cuando todo este proceso funciona de manera eficiente, se produce el aprendizaje. Hay un feedback positivo del ambiente que retroalimenta al niño de manera que éste interioriza que la manera de ejecutar esa acción es la correcta.
Cuando no se realiza una correcta praxis, hablamos de somatodispraxia.
Esto ocurre debido a que hay un problema a la hora de procesar las entradas sensoriales táctiles y propioceptivas, de las que hablamos en anteriores blogs. Y por ende el niño no puede desarrollar con eficacia el acto motor.
Indicativos en niños con somatodispraxia:
- Baja energía, como cansados
- Les cuesta generalizar aprendizajes. Repiten estrategias aprendidas anteriormente, pero cuando les cambiamos el medio, no se adecuan a la nueva situación.
- Problemas para organizarse
- Problemas a la hora de imitar
- Difuso esquema corporal. Es decir, nuestro espacio corporal. Por ejemplo, si necesitamos pasar a través de un espacio reducido, poder “predecir” si debemos ponernos de lado, agacharnos o “meter tripa”.
- Les cuesta idear acciones. Si por ejemplo les pedimos que nos hagan una portería con dos cajas de leche para jugar al fútbol, no son capaces de organizar espacialmente cómo debemos colocarlas, aunque sepan perfectamente como es una portería de fútbol.
En consecuencia tenemos a niños con:
– Baja autoestima
– Baja tolerancia a la frustración
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Entonces:
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