A veces encontramos en el aula alumnos con errores ortográficos. En muchos casos, estas dificultades van desapareciendo a medida que el entrenamiento lectoescritor se va afianzando, sin embargo, existen niños cuyas dificultades en la escritura son generalizadas y persistentes. En ese caso, una buena evaluación por parte de un profesional se hace necesaria para el diagnóstico diferencial y la intervención específica.
Pero antes de comenzar, ¿qué es la disortografía y en qué se diferencia de la dislexia y la disgrafía?
Por un lado, la dislexia afecta de forma global a la lectura y a la escritura, los errores se transfieren con frecuencia entre ambos procesos. La disgrafía es relativa a la escritura, pero se caracteriza por presentar dificultades motrices, tanto en el el trazado como en la forma de la letra, mientras que la disortografía no presenta este tipo de dificultades, siendo definida como «un conjunto de errores de la escritura que afectan a la palabra y no a su trazado o grafía». (García Vidal, 1989, p. 212).
Actualmente, se han desterrado varias técnicas que tradicionalmente se venían usando, dado que ha quedado demostrada su ineficacia e incluso pueden llegar a ser perjudiciales, como pueden ser los dictados, las copias o las listas de palabras.
– Los dictados: si el niño no conoce la composición y ortografía de la palabra, al dictársela lo único que provocamos es que se repita y fortalezca el error. El dictado no permite la corrección de un error de forma inmediata, sino que generalmente es corregido con posterioridad y ello hace que la “forma” de la palabra, la “imagen visual” que almacena el niño sea la incorrecta.
– Las copias: cuando un alumno comete una falta de ortografía y se le manda copiar la palabra veinte veces, contrariamente a lo esperado, se puede comprobar cómo el alumno, al que se le ha obligado a repetir una palabra, se olvida del modelo y vuelve a escribirla incorrectamente. Esto, ocurre porque en general las copias de palabras son poco interesantes y muy monótonas, generando en el niño muy poca motivación lo que favorece enormemente el olvido del modelo que ha estado reproduciendo.
– Las listas de palabras: pedir al alumno que memorice palabras con dificultad ortográfica presenta inconvenientes, ya que dichas palabras por lo general no forman parte del léxico usual del niño, por lo que en consecuencia la motivación es nula y el esfuerzo grande, lo que provoca que se olviden fácil y rápidamente. Además, dichas palabras quizás no vuelvan a aparecer de nuevo, por lo que la memorización habrá sido inútil.
Por otro lado, existen técnicas recomendadas para la intervención en errores ortográficos, entre las que destacamos:
– Si el alumno presenta errores en grafemas por sustitución de fonemas (por ejemplo, escribe “mora” en lugar de “moda”, debemos trabajar siguiendo la secuencia:
o Discriminación del primer fonema del par, que implica la toma de conciencia del fonema a nivel articulatorio, el reconocimiento auditivo del fonema en distintas palabras y la asociación del fonema con su grafema correspondiente.
o Discriminación del segundo fonema del par confundido, usando las mismas actividades que con el anterior.
o Discriminación entre ambos fonemas: escuchar cómo suenan los dos sonidos del par resaltando las diferencias de articulación o escuchar y distinguir pares de palabras que incluyen los fonemas.
– Si existen errores de rotación (confunde grafías parecidas por su forma o disposición en el espacio como b/d, la dificultad es de origen visoespacial. En este caso, las actividades idóneas son la comparación de las letras que se confunden, describiendo verbalmente las características de cada una de ellas. También es importante la manipulación y vivenciación de las letras, así como la identificación y el reconocimiento de las letras en un conjunto, en palabras o frases.
– Cuando el problema radica en las uniones o separaciones de palabras, se evidencian dificultades en la conciencia léxica, dado que no es capaz de delimitar las palabras. Para su intervención, trabajaremos con frases sin separaciones (“Elperrocomeunhueso”), para que sea el alumno quien los separe, de esta forma también trabajamos el reconocimiento de la unidad y significado de cada palabra. También puede hacerse de forma oral, escuchando la frase y dando palmadas por cada palabra.
Es importante no desesperarse ni reñir o machacar al niño por sus errores cometidos, ya que, aunque el proceso de la escritura puede parecernos fácil dado que con el tiempo lo llegamos a automatizar, para los niños con disortografía enfrentarse al hecho de escribir puede llegar a ser un momento de ansiedad al anticipar el fracaso. Ofrecer herramientas que posibiliten experiencias positivas llevará al alumno a un mejor aprendizaje y desempeño.
Elisa Peinado. Profesora del Cole de Celia y Pepe.