La música es un maravilloso recurso para niños en general, pero especialmente para esos que presentan dificultades en el ámbito del lenguaje y la comunicación. Está cargada de estímulos multisensoriales, no únicamente auditivos como pueda parecer, pues la música despierta también la vista, el tacto, a nivel kinestésico… De hecho, podemos considerar la música como una experiencia sensorial en sí misma que proporciona cierta relajación, incita a la acción y genera en torno a ella un clima que favorece el flujo de emociones y da seguridad por su estructura cerrada.
Facilita la vivencia emocional, por los estados de ánimo que puede suscitar, así como mejora las dificultades en la comunicación, en la integración sensorial y la interacción, además de aportar calma y equilibrio, y favorecer la conexión con el aquí y el ahora. También es capaz de proporcionarnos recuerdos, de trasladarnos a otros momentos vividos y ayudarnos a anticipar o simbolizar ideas.
Entendemos la música ritmo y movimiento interno que provoca la acción externa, cubriendo la necesidad del niño de expresarse y moverse, por lo que puede utilizarse para abrir canales de comunicación a través del cuerpo.
En el ámbito familiar se pueden realizar algunos juegos musicales para la estimulación y mejora de este ámbito:
- Usar el cuerpo como percusión, por ejemplo, en juegos de palmas para mejorar el ritmo, la coordinación y la atención.
- Jugar a asociar melodías con estados emocionales, buscando aquellos contrastes entre la música que nos lleve a vivenciar y expresarnos de diferente manera (melodías rápidas, lentas, graves, agudas… canciones conocidas o totalmente nuevas).
- Juegos con canciones alternando estrofas con el niño, para provocar el diálogo y la atención, así como la atención y los turnos.
- Acompañar la música con movimientos corporales al ritmo: caminando, imitando los movimientos de algún animal, para favorecer la comunicación no verbal.
- Pintar al ritmo de la música a distintas velocidades, lo que fomenta la atención y agilidad psicomotriz.
- Cantar con las vocales para mejorar la pronunciación del niño, además de ser divertido, requiere de un control dinámico y cognitivo importante.
- Tararear con la boca cerrada para mejorar la respiración y vibración de las cuerdas vocales.
- Adivinar canciones sólo con la escucha de las primeras notas… Podemos usar apoyo visual para poder elegir entre varias a modo de pista. De esta manera ayudamos al niño a imaginar, evocar y enfocar la atención anticipando información.
A menudo, nos encontramos niños que presentan problemas específicos del lenguaje que a través de la música encuentran la fluidez expresiva que necesitan en la comunicación espontánea. Una de tantas características de la música y las canciones es desarrollar y reforzar la destreza de la comprensión e integración auditiva. Además, a través de ella, se puede descubrir, aprender, practicar y utilizar léxico nuevo, estructuras gramaticales, funciones del lenguaje y aspectos culturales que nos acercan a los demás.
Carolina Pérez Ruiz
Coach Educativa,
Especialista en Inteligencia Emocional