Transcurría el año 2006, aun éramos estudiantes de la carrera de Educación Física. Por caminos separados pero parecidos, comenzábamos a vivir lo que la actividad física podía ofrecer a las personas diagnosticas en ese momento como TGD.
Años mas tarde, el Hospital Italiano de Buenos Aires (Argentina) nos convocó para formar parte de un equipo de trabajo especializado en este diagnóstico.
Los años fueron pasando, la energía y las ganas de seguir creciendo en este ámbito se chocaban con la realidad. Autoridades del sistema de salud que confiaban en lo que el juego motor, el deporte, las actividades físicas y el movimiento podían ofrecer, se enfrentaban a una falta de formación específica que aun no habíamos adquirido como Profesores de Educación Física.
Comenzó un recorrido de formación intensiva, que gracias a colegas, compañeros, supervisores y coordinadores generosos se hizo mucho mas fácil y contagiosa. Comprendimos la real importancia de formarse, de profesionalizarse y de sustentar teóricamente nuestras practicas.
La experiencia acumulaba horas de trabajo, el sustento teórico de otros modelos nos iba otorgando respuestas a un montón de preguntas que nosotros mismos nos hacíamos y otras que nos realizaban. El problema, para ese entonces era mas profundo, un problema de base y que debíamos intentar cambiar. No queríamos que otros profesionales o docentes, de nuestra generación o de las nuevas, pasen por lo mismo que habíamos pasado nosotros. Estábamos convencidos de que las respuestas que comenzábamos a encontrar queríamos compartirlas.
De este modo, comenzó a crecer la idea de dictar cursos de formación con esta temática. Pero esta idea no estaba completa si toda la teoría y los casos clínicos y prácticos no se materializaban en un nuevo modelo de trabajo, especifico, con bases de modelos de intervención ya existentes fusionados con la ciencia del movimiento, la educación física y los conceptos de la inclusión mas actuales.
Creemos que los modelos de trabajo protocolizados son muy necesarios. No para seguirlos de manera absoluta, sino todo lo contrario, a nuestro entender, sirven para que el profesional tenga una base, para que lo invite a ser creativo, para mejorar sus sesiones, para que sepa de donde agarrarse en los momentos mas difíciles y por, sobre todo, para motivar a quienes deseen comenzar esta nueva área de trabajo.
Así surge el sueño de tener un nuevo modelo. Un modelo especifico para diseñar posibilidades de inclusión a través del movimiento, la motricidad y el deporte. Surge AMYDI en el año 2016.
AMYDI cuya sigla significa Autismo, Motricidad y Deporte para la Inclusión hoy es una realidad. Ya ha sido dictado para mas de 100 profesionales, tanto de salud como de educación, interesados en trabajar desde el movimiento en toda la Argentina, y en el mes de noviembre de este año estaremos dictando la primer formación intensiva en este modelo en el querido país de Chile, cruzando por primera vez fuera de los límites de nuestro país y del otro lado de la Cordillera de los Andes.
El jueves 9 de agosto del corriente año, hemos estado en la Comisión de Discapacidad de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación defendiendo el proyecto AMYDI. Éste fue aprobado por unanimidad y falta muy poquito para que el Congreso de la Nación Argentina lo declare de interés nacional.
Queremos que exista un estado presente cuando hablamos de la calidad de vida de las personas con discapacidad, sin importar la bandera política que defienda, justamente la Comisión de Discapacidad está representada por personas de diversos partidos políticos y es aquí en donde la aprobación fue unánime.
Nosotros, cómo autores, buscamos que sea declarado de interés nacional para poder llegar a la mayor cantidad de personas posible, que se conozca que existe un modelo de intervención desde el movimiento para trabajar con personas con autismo, creemos que no sirve de mucho que solamente quede guardado en las bibliotecas de unos pocos, defendemos firmemente la idea de que cuantos más sepamos de su existencia mayor será la cantidad de profesionales interesados en querer formarse, lo que implica directamente un mayor beneficio para las personas dentro del espectro autista. Y, porque no, comenzar a trasladar este modelo y sus beneficios a otras discapacidades que comparten rasgos con el espectro autista. Al fin y al cabo, tiene que ver con la funcionalidad.
Lic. Maximiliano Lombardo y Lic. Marcelo Biasatti