‘El Cole de Celia y Pepe’ desarrolla un método de lectoescritura de carácter multisensorial y progresivo con el que el alumno puede aprender a leer y escribir de forma autónoma y natural. «No es un programa especializado en niños con discapacidad, sino un modelo adecuado para el desarrollo madurativo del niño. Está dirigido tanto a niños que se están iniciando en la lectoescritura como a aquellos en los que otro método no haya funcionado por distintos motivos», comenta Elisa Peinado, coordinadora pedagógica y maestra del centro de educación especial de la Fundación Querer.
Cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje, pero se considera que la edad ideal para que adquiera la lectoescritura es a partir de los 6 años. Es entonces cuando el menor ya suele tener un nivel madurativo adecuado. Sin embargo, por norma general, los centros introducen la lectoescritura de forma precipitada y muchos niños salen de la etapa de Infantil ya sabiendo leer y escribir.
En cambio, hay niños que, por sus dificultades, añadidas a que no es el momento más adecuado para hacerlo, no logran desarrollar estas habilidades y, cuando llegan a Primaria, se quedan desfasados del resto de niños, algo que repercute en su autoestima. «A nuestro colegio vienen un gran porcentaje de niños que, a cierta edad, todavía no han aprendido a leer o a escribir», comenta Peinado.
«Nuestros alumnos, por sus dificultades en el lenguaje, requieren un aprendizaje más guiado, específico y explícito y, en una escuela ordinaria, no reciben todo el input que necesitan, por lo que no pueden seguir el ritmo de la clase y no alcanzan la lectoescritura cuando se pretende que lo hagan», añade.
Aprendizaje progresivo de seis niveles
Este programa de lectoescritura, dirigido y coordinado por Elisa Peinado, fue elaborado por todo el claustro de docentes del centro hace cinco años, tras inaugurarse el colegio: «Pusimos todo nuestro bagaje profesional, los materiales propios que habíamos creado y, por supuesto, los conocimientos de las investigaciones científicas que se habían realizado al respecto, y reflexionamos acerca de qué necesidades observábamos en nuestros niños, para dar forma a un material que fuera coherente, progresivo y controlado».
Para comenzar con el aprendizaje de la lectoescritura, los alumnos reciben primero un entrenamiento en las habilidades metalingüísticas que, aunque también se potencian en este método, se trabajan ya en la etapa de Infantil. «Creemos muy importante que, antes de comenzar con el aprendizaje del principio alfabético, se haga un trabajo previo exhaustivo de discriminación auditiva y de conciencia fonológica asociado a los gestemas», comenta Peinado.
«Es importante que todas las tareas tengan una secuencia lógica y que sea siempre la misma con pequeñas variaciones»
Desde este punto de partida, y cuando el niño tiene un nivel de madurez adecuado, inicia el programa, formado por un total de seis niveles, cada uno con un libro de texto: «En el primero se presentan solamente las vocales, en los siguientes cuatro se introducen los diferentes consonantes y sílabas directas e inversas, y ya en el último los grupos consonánticos».
Aunque este método es válido para cualquier niño, es especialmente útil para aquellos alumnos con dificultades en la adquisición de la lectoescritura derivadas de una discapacidad intelectual, al tratarse de un entrenamiento multisensorial, gradual y estructurado a través de pasos: «Es importante que todas las tareas tengan una secuencia lógica y que sea siempre la misma con pequeñas variaciones, de forma que aprendan en base a una misma estructura predecible».
Desde los gestemas hasta la adquisición de la lectoescritura
Siguiendo esta estructura, primero, antes de presentarle la letra, el niño aprenda a relacionar los gestemas, a nivel visual propioceptivo y auditivo, con los fonemas. «Esto es muy importante, ya que muchos de los alumnos que vienen de otros colegios saben perfectamente el nombre de todas las letras pero no saben leer. Nuestros alumnos aprenden mediante los sonidos y, hasta que no tienen un nivel de lectoescritura avanzado, no aprenden el abecedario», explica la maestra.
Después, «se presenta la grafía correspondiente al fonema y se trabaja para discriminarlo visualmente de otras grafías. Luego, se pasa a leer sílabas, palabras y frases». No obstante, esta lectura tiene un lenguaje controlado, es decir, el alumno no está expuesto a ningún gestema, fonema o grafía que no haya visto y aprendido antes, algo que le ayuda a nivel de autoestima: «El niño no va a tener un momento de estancamiento porque haya algo que no le cuadra». De esta forma, tras un tiempo que, dependiendo del perfil cognitivo del niño, puede variar de meses a años, el alumno «podrá enfrentarse a cualquier palabra, frase y texto, tanto a nivel de lectura como de escritura».
Desde que el niño empieza a leer, el programa hace mucho hincapié en la comprensión: «No se trata de que sepa leer de un modo automático, sino que entienda lo que está leyendo, por eso tenemos ejercicios que están basados en, por ejemplo, que leer la palabra y unirla a la imagen correspondiente dentro de un grupo de imágenes».
Además, una de las características de este programa es la introducción de las mayúsculas. «Vimos que la motricidad fina de estos niños era todavía bastante inmadura por lo que es muy difícil para ellos aprender directamente las mayúsculas y minúsculas. El trazo de una mayúscula es mucho más fácil que el trazo de una minúscula, entonces todo se trabaja en mayúsculas hasta el libro 3 y en el 4, cuando el niño ya es un lector medio, hace la transición a las minúsculas y aprende a usarlas. En algunos casos con mayores dificultades a nivel motor, puede hacer esta transferencia en lectura, pero no en escritura», afirma Peinado.
«Antes de que escriba la grafía en el papel, la hacemos de muchas maneras: por imitación en el aire, en la pared, con plastilina…»
Materiales interactivos y manipulativos
Para desarrollar este método de lectoescritura, no solo se utilizan libros de texto. Por un lado, el colegio hace uso de ‘Gestemapps’, una aplicación digital desarrollada por la Fundación Querer, junto con ESNE (Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología) que, a través de ilustraciones y animaciones atractivas, ayudan al menor a comprender el uso de gestemas y fonemas de una forma fácil.
Los niños con dificultades en el aprendizaje necesitan recibir la información de forma multisensorial para fijar mejor su aprendizaje. Por ello, también es importante el uso de material manipulativo y en el centro utilizan llavero de autoinstrucciones o con la forma de las letras, plastilina, papel para poner en la pared, bolitas para pegar las letras, etc. «Antes de que el niño escriba la grafía en el papel, la hacemos de muchas maneras: por imitación en el aire, en la pared a tamaño grande, con plastilina y bolitas…», explica la maestra.
Evaluación continua y coordinada
Para que el niño evolucione de forma adecuada, los profesores lo evalúan de forma continua y formativa. El tutor registra y comparte con el resto de profesores, con los padres y con el propio alumno en qué punto concreto está de aprendizaje y autonomía para así poder realizar ajustes y mejoras en tiempo real: «Al principio el niño hace los ejercicios con un acompañamiento, que se va retirando paulatinamente». Además, los docentes proponen a las familias tareas para dar continuidad al aprendizaje desde casa.
«Es un método que crece y aprende de las necesidades de los niños, de forma coherente, y nos está dando muy buenos resultados»
La lectoescritura impregna el resto de áreas que el niño trabaja en el colegio. Por este motivo, todos los profesores y profesionales (logopedas, terapeutas ocupacionales, etc.) utilizan este método, de una manera muy coordinada. «Todos sabemos cómo trabajamos para poder implementar el mismo aprendizaje y que sea coherente. Hasta nuestro profesor de educación física conoce perfectamente los gestemas y hace uso de ellos, al igual que el resto tenemos que saber cómo está el niño a nivel motor para escribir», explica la docente.
Método adaptado a las necesidades del niño
Lo importante, en todo momento, no son las limitaciones del niño, sino su potencial: «Confiamos mucho en el potencial de aprendizaje de todos nuestros niños, independientemente del diagnóstico o pronóstico que tenga, por lo que, si no aprende no nos centramos en por qué no tiene el nivel o capacidad cognitiva sino en qué podemos hacer nosotros, como profesionales, para potenciar sus capacidades y que mejore su aprendizaje».
Al tratarse de un programa de instrucción y de entrenamiento, está basado en muchas repeticiones, de maneras muy diferentes, con el objetivo de que cada niño, en el tiempo que necesite, adquiera las habilidades de lectoescritura. Además, se adapta a las características del alumno: «Es un método que crece y aprende de las necesidades de los niños, de forma coherente, y nos está dando muy buenos resultados». La intención del centro es que este programa pueda continuar su desarrollo para poder exportarlo a otros centros y que puedan beneficiarse otros niños.