Una conversación cualquiera en un grupo de Whatsapp cualquiera de una clase de tercero de primaria de cualquier colegio.
Dejando al margen lo apropiado o no de mandar deberes, analicemos esta ficticia conversación de whatsapp y las consecuencias que tiene para los niños, para los profes y para los padres…
Consecuencias para los niños
Primera consecuencia. Estamos supliendo su responsabilidad. Rubén, a sus 8 años, tiene que empezar a tener unas mínimas responsabilidades. Si papá o mamá le soluciona la papeleta preguntando en el grupo de padres qué es lo que tiene que hacer, Rubén no aprenderá que es importante que se entere por sí mismo.
¿Y qué pasa si al día siguiente va Rubén al cole sin las 3 restas y las 3 divisiones? Simplemente que Rubén entenderá la consecuencia del despiste y crecerá un poquito en autonomía.
Segunda consecuencia. Ante un comentario del papá o la mamá como «es que Rubén no se ha enterado… Ya sabéis cómo es» estamos etiquetando a nuestro propio hijo. Tememos que a nuestro hijo lo etiqueten en clase y, en ocasiones, nosotros mismos proyectamos, sin querer, una etiqueta. En este caso estamos dando por hecho que Rubén es un desastre y no tiene solución… ¡Y esto esto repercute negativamente en la autoestima de Rubén! (por si no lo habéis leído os recomiendo que leáis este artículo).
Consecuencias para los profes
Primera consecuencia. Si se le ha resuelto la papeleta a Rubén y el profe no se entera de que le avisaron de lo que había que hacer podremos evaluar el grado de éxito en la resolución de las actividades pero no podremos evaluar el grado de autonomía y madurez de Rubén y es que, no se trata solo de hacer cuentas. Se trata de madurar y de ser responsable e independiente.
Segunda consecuencia. Rubén mostró cierto grado de responsabilidad cuando verbalizó que las restas se hacían pidiendo y las divisiones se hacían con resta. ¿Pero qué ocurrió? La mamá o el papá decidió que lo mejor era preguntar al resto de padres qué era eso que Rubén decía (en lugar de confiar en que Rubén sabía de lo que hablaba).
Al final en el grupo «se decidió» que se haría «como toda la vida». Y aquí viene la tercera consecuencia para los profes.
Tercera consecuencia. ¡Vaya lío! ¡Es que ya no se resta como antes! ¡Vaya cacao le montan a los pobres niños! ¡Si es mucho más fácil como se aprendía antes! ¡Si de toda la vida se ha hecho así! ¡Qué manía con cambiar lo que funciona!
Rubén, hijo, ni caso. Tú no lo hagas así. Hazlo de esta otra forma que es mucho más fácil. El profe no te puede decir que está mal porque no está mal.
Esto es un problema frecuente y serio,muy serio, ya que en muchas ocasiones los padres interferimos en el proceso metodológico llevado en clase.
Restar «pidiendo» es el resultado final de un proceso que partió de la manipulación de materiales para seguir por la representación pictórica de los mismos y acabar con el lenguaje matemático. Esto no es cosa de profes «iluminados». Esto es cosa de las fases de aprendizaje de Jerome Bruner.
Consecuencias para los padres
LA consecuencia. Si desde que son pequeños el niño asocia que nosotros, como padres, estaremos ahí siempre, sacándoles las castañas del fuego y solucionándoles la papeleta cuando no sepan qué tienen que hacer, darán por hecho que esa es nuestra obligación como padres.
Yo me pregunto… ¿Les podremos ayudar siempre? ¿Les podremos solucionar siempre la papeleta? Yo puedo asesorar a Rubén sobre cómo hacer las restas. Puedo restarle autoridad pedagógica y credibilidad al profe dándole otra alternativa pero… ¿Podré hacer lo mismo cuando estén aprendiendo a hacer integrales?
¿Y entonces? ¿Es que no podemos los padres ayudar a nuestros hijos? ¿No se supone que alumnos, profes y padres formamos la comunidad educativa? Por su puesto que tenemos que estar al lado de nuestros hijos, por supuesto que formamos parte de la comunidad educativa. Pero quizá lo que hay que hacer no es AYUDAR sino ACOMPAÑAR. Es preferible generar una rutina desde que están en infantil en la que nos cuenten qué ha sido lo mejor del día, qué ha sido lo peor del día, qué están aprendiendo, con quién han jugado, cómo se han sentido…
Como padres debemos estar absolutamente involucrados en qué están aprendiendo y cómo lo están haciendo. Es preferible decirle a Rubén: «Enséñame a restar pidiendo» que…. «¡Mejor hazlo así!»
Si Rubén está teniendo dificultades y no sabe enseñarte cómo se resta «pidiendo». Habla con su profe y plantéale el problema pero no suplamos la responsabilidad ni de nuestros hijos ni de sus profes.
Si el simple hecho de ser padres implicara que los padres somos capaces de enseñar (entendiendo por enseñar algo mucho más grande que transmitir un puñado de conocimientos) LA PROFESIÓN DE MAESTRO NO EXISTIRÍA y, por contra, los padres, por el hecho de serlo, seríamos también “enseñantes”.
Puedes leer el articulo original aquí
Profe Bernabeu.