La motricidad fina es un aspecto fundamental del desarrollo humano que abarca el control y la coordinación de movimientos pequeños y precisos, como los que realizamos con las manos y los dedos. Desde abrochar un botón hasta escribir con un lápiz, estas habilidades son esenciales para la vida cotidiana y el aprendizaje. La terapia ocupacional se ha destacado como una disciplina clave en el abordaje y mejora de la motricidad fina, especialmente en niños con dificultades de desarrollo, personas con discapacidades y adultos que han sufrido lesiones. A través de diversas técnicas y ejercicios específicos, los terapeutas ocupacionales trabajan para potenciar estas habilidades, facilitando una mayor autonomía y calidad de vida para sus pacientes.
Verónica Alonso es terapeuta ocupacional especializada en infancia. Su dilata experiencia tanto en la clínica como en colegios, así como impartiendo formación sobre diferentes temas relacionados con el desarrollo infantil, hace que Verónica sea una voz autorizada para resolver todas las dudas sobre la motricidad fina.
¿Qué es exactamente la motricidad fina y por qué es importante para el desarrollo humano?
Es la capacidad de coordinar huesos, músculos… para hacer movimientos pequeños y precisos, generalmente con la mano. Es importante porque habilidades como las de agarre son las que nos separan, por ejemplo, de otros animales. De hecho, la evolución de la mano (a un órgano sensitivo) fue clave para el desarrollo del cerebro y la evolución hasta el ser humano. La mano tiene una parte fundamental en el cerebro.
¿Cuáles son los hitos típicos en el desarrollo de la motricidad fina en la infancia?
Durante el primer año de vida, la mano tiene una evaluación muy interesante. Empieza con los músculos predominantemente en modo flexor hasta que, con el paso de las semanas, esa manita se va abriendo, va buscando estímulos… hasta que abierta del todo empieza a realizar agarres gruesos (para coger juguetes, por ejemplo) o apoyarse para el desplazamiento (como en el caso del arrastre y el gateo). A partir de ahí, el movimiento se va afinando cada vez más hasta lograr coger objetos del tamaño de un guisante con el pulgar y el índice. Oposición del pulgar.
Más adelante, el niño será capaz de hacer movimientos tan elaborados como aquellos que necesita para abrir una botella, escribir o atarse los cordones.
¿Y las señales y síntomas de que algo va mal?
Salvo casos muy evidentes, los papás se dan cuenta de que algo va mal especialmente relacionado con la escritura, cuando el niño no puede coger bien el lápiz, realizar un buen trazo,… Anteriormente a eso hay que estar atento a una mano demasiado rígida o, por el contrario, demasiado “blanda”, a la que se le caen las cosas. También son señales que no las use para explorar, para llevárselas a la boca cuando es un bebé, para empezar a coger los primeros alimentos… Más adelante, que no pueda atarse los cordones, abrochar las cremalleras…
¿Cómo puede afectar el desarrollo de la motricidad fina a otras áreas del desarrollo, como el lenguaje y la cognición?
La mano está íntimamente relacionada con la inteligencia y con el desarrollo cognitivo. La mano debe poder “hacer” lo que el cerebro “piensa”.
En algunos casos, los adultos pueden verse en casos sobrevenidos ¿Cómo se aborda estas situaciones alejadas de la infancia?
En realidad, igual que en la infancia y que otras situaciones. Se evalúa a la persona, se evalúa la actividad que queremos realizar y se marcan objetivos. No trabajamos solamente en el movimiento, trabajamos para conseguir una buena participación de la persona en aquella actividad que le interesa, trabajamos en el desempeño.
¿Cuáles son los desafíos más comunes que enfrentan las personas con dificultades en la motricidad fina y cómo se abordan en la terapia ocupacional?
La mano es la parte del cuerpo que más usamos, seguramente. Sin la mano no comemos solos, no nos vestimos, no escribimos, no cocinamos… Así pues, si tengo dificultades en la función manual, se complica mucho mi autonomía.
¿Cómo de limitante puede ser el no tener una plena motricidad fina?
Hay un abanico de dificultades. No es lo mismo trabajar el tipo de pinza para el lápiz en un niño que una sección de nervios del brazo que afecta a las vías motoras y sensitivas de la mano. Las limitaciones siempre van a depender del grado de gravedad de la lesión o la dificultad.
¿Qué papel juegan los factores ambientales y sociales en el desarrollo y la mejora de la motricidad fina?
Más que en la mejora, diría que el entorno lo que permite es que las personas con algún tipo de necesidad más especifica puedan participar de las todas las actividades igual que los demás.
¿Qué recomendaciones ofrecería a los padres y cuidadores para fomentar el desarrollo de la motricidad fina en el hogar?
Diría que hay que jugar ¡MUCHO! Como para otras muchas cosas, la recomendación es utilizar las mínimas pantallas posibles y jugar. En la calle, en el parque o en la playa con diferentes texturas, con puzzles, piezas, agua…
¿Cómo puede la falta de desarrollo en la motricidad fina afectar la independencia y la calidad de vida en la vida diaria?
Todo aquello que limita que la persona pueda participar de una manera adecuada en cualquiera de las actividades de la vida diaria, va a afectar a su calidad vida.
¿Cuáles son algunas de las herramientas o dispositivos adaptativos que pueden ayudar a las personas con dificultades en la motricidad fina a realizar tareas cotidianas?
Depende de cuáles sean estas dificultades. Existen engrosadores de cubiertos, dispositivos para utilizar los ojos para que un ordenador emita palabras sin tener que darle a las teclas, adaptadores para las cremalleras… Y, así, un sinfín de herramientas que un terapeuta ocupacional puede pautar o incluso inventar para cada persona que lo necesite.