Antes de comenzar el proceso de aprendizaje de la escritura, debemos saber que el desarrollo cognitivo y motor van de la mano y por lo tanto, este desarrollo psicomotor se irá definiendo en diferentes etapas hasta concluir en la producción de la escritura. La escritura son símbolos dibujados llenos de significatividad y son un instrumento para conocer el mundo que nos rodea, comunicarnos con los demás y con uno mismo.
Es por eso que vamos a ver las etapas en la evolución gráfica a partir del desarrollo de las primeras creaciones artísticas de los niños para determinar en qué fase se encuentran y que es lo que podemos exigirles en ese aprendizaje de la escritura. Algunas veces, padres, educadores no son conscientes de que “cada cosa” tiene su momento y no es positivo o adecuado adelantar acontecimientos.
En la evolución gráfica, podemos diferenciar dos etapas:
La primera etapa conocida como la del garabateo (2- 4 años aproximadamente), el niño pasara por tres etapas diferentes: el garabato incontrolado, garabato controlado y garabato con nombre. La segunda es la etapa pre-esquemática (4-7 años aproximadamente)
En la etapa del garabateo incontrolado, la primera parte del brazo que se desarrolla es el hombro. Más tarde, hacia los 18 meses, el niño consigue doblar el codo, es a partir de este momento que el movimiento de flexión y extensión del antebrazo va a permitir la realización de los primeros trazos.
En esta fase, el niño carece de control visual sobre su mano, por lo que a menudo mirará hacia otro lado y será normal que se salga de los límites del papel.
Los trazos son impulsivos e incontrolados. Generalmente son rectos o ligeramente curvos, de diferente longitud y dirección.
En la etapa del garabateo controlado, hacia los 30 meses aproximadamente, comienza a darse una coordinación óculo-manual, que permite dirigir el trazo hacia donde se quiere. Cuando el niño es capaz de conducir su mano donde indica su ojo, el niño puede controlar el trazado, puede entonces cerrar las figuras; primero las circulares, después las rectangulares (estas últimas requieren mayor precisión). En estos momentos empieza a tomar conciencia de la situación espacial.
En estas primeras fases, el uso del color es secundario, no hay una intencionalidad. El garabateo se muestra como una actividad motriz.
En la etapa de garabato con nombre, la conciencia de la posibilidad de controlar sus propias creaciones, motiva al niño, alrededor de los 3 años y medio, a dibujar de forma intencionada, comienza a dar nombre a sus garabatos. Los trazos realizados continúan siendo rectas, curvas, óvalos, líneas entrecruzadas o cerradas, de una mejor elaboración y mejor distribuidos sobre el espacio.
Es importante en esta fase no forzar al niño, ni darle la «versión» adulta del garabato, sino que hay que esperar a que espontáneamente sea él quien ponga nombre a sus dibujos. Empieza a utilizar el color intencionadamente, seleccionará aquellos que más le guste, aunque aún el color no tiene por qué tener una relación substancial con el objeto dibujado.
Tras pasar por la etapa del garabateo, a partir de los 4 años y hasta los 7, el niño consigue mover la muñeca y el pulgar con notable autonomía y realiza trazos discontinuos voluntariamente, ralentiza el movimiento y controla tanto la velocidad como el desplazamiento del brazo, decimos que está en una segunda etapa, la etapa pre-esquemática. Es a partir de aquí cuando le niño comienza a “dibujar” sus primeras letras.
En esta fase el niño intentará representar mediante el dibujo formas relacionadas con el mundo que le rodea y sus representaciones empezarán a ser reconocidas por los adultos.
Aparecen las primeras formas humanas llamadas monigotes o renacuajos, donde la persona se simboliza con un círculo como cabeza (con ojos, nariz y boca en el interior) y dos líneas verticales como piernas.
Con el paso del tiempo, este esquema se va enriqueciendo a medida que se le añaden nuevos detalles como brazos, manos, pelo, orejas, pies, cuerpo, etc…
En esta fase utilizan el color y disfrutan con ello, sin embargo, el color no se corresponde con la realidad representada, sino que su uso se corresponde con el gusto personal del niño, o simplemente cogen el que tengan más a mano.
A través de la producción del dibujo y del gusto del niño en la creación artística descubrimos la motivación en el aprendizaje de la escritura, pues qué niño no se emociona cuando te explica lo que ha dibujado, cómo lo ha hecho, etc… Qué niño no se emociona cuando escribe por primera vez su nombre. Ese es el poder de la escritura.
Juan José García. Profesor del Cole de Celia y Pepe.