El paso de la pubertad a la etapa adulta suele resultar un camino con subidas y bajadas, con la adquisición de nuevos hábitos y estilos de vida. Si, además, el adolescente está diagnosticado de epilepsia, es posible que su enfermedad sea un peso con el que muchos chicos no quieran tener que cargar. A estos cambios hay que añadir que el chico con epilepsia tendrá que afrontar el cambio de médico, y pasar de su consulta habitual con el neuropediatra a la del neurólogo que atiende a los pacientes adultos.
Este cambio de especialista se suele producir entre los 14 y los 18 años del paciente, y es un paso importante en el manejo y control de la enfermedad. En la actualidad, no existe un protocolo definido de cómo se tiene que producir esa transición entre consultas, lo que sí está claro es que debe ser de la forma más óptima posible para que el impacto sea mínimo en el paciente y sus familiares, y lo más eficiente para los especialistas.
Con el objetivo de conocer un poco más la realidad que viven los pacientes en este escenario, desde la Federación Española de Epilepsia (FEDE) con la colaboración de UCBCares, se puso en marcha una encuesta digital en la que se preguntaba sobre esta transición.
Los resultados denotan la necesidad de ese protocolo de actuación, ya que el 93 por ciento de los pacientes confesó sentir más confianza si el neuropediatra y el neurólogo tuvieran una relación profesional, aunque solo el 8 por ciento tuvo una consulta conjunta de transición con ambos especialistas.
Más llamativo aún es que al 60 por ciento, se le informó del paso de las consultas de niños a las de adultos de una consulta para otra. Este dato, unido a que el 36,4% tuvo que esperar entre seis meses y un año entre una consulta y otra, denota la necesidad de regular más este traslado de especialista.
Para más información, a continuación, compartimos una infografía con todos los resultados obtenidos de la encuesta, realizada entre abril y mayo de 2019, sobre una muestra de 115 pacientes.
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