En la actualidad, nadie duda de los beneficios biopsicosociales que generan la práctica deportiva, el juego motor y la actividad física. Pero también cabe destacar que la inclusión está muy presente en diferentes ámbitos de la sociedad como la plaza, eventos deportivos abiertos, colonia de vacaciones, cumpleaños, etc. Al pensar en una persona con posibilidades concretas de inclusión activa en un jardín, un colegio, un club, etc., es indispensable que esta persona aprenda a jugar, a respetar turnos, a interpretar los roles dentro de un juego o deporte y que posea una motricidad lo más próxima a su edad cronológica posible.
Como profesores de Educación Física que trabajamos desde hace 10 años aproximadamente en el ámbito de los Trastornos del Espectro Autista, nos comenzamos a plantear de qué manera podemos realizar las intervenciones adecuadas para que lo mencionado anteriormente arroje un resultado positivo. Es así como comenzamos a utilizar un modelo de intervención desde la Educación Física en personas con TEA llamado AMYDI®.
El recorrido de Vicente
Vicente fue diagnosticado con TEA en el año 2009. A partir de ese momento comenzó tratamiento en un equipo de intervención interdisciplinaria en el Servicio de Salud Mental Pediátrica de un hospital, siendo una de las terapias nuestro espacio motor.
Se observaron ciertas dificultades en lo referente a la coordinación y se debía realizar un trabajo específico en el desarrollo de sus capacidades físicas. Debido a estas características se comienza a trabajar fortaleciendo su desarrollo psicomotor a través de circuitos de recorrido, dentro del cual se realizaban actividades de coordinación óculo manual, motricidad fina, categorización, etc. Se trabajaba con una agenda visual con pictogramas en donde figuraban las actividades a realizar.
Luego de varios meses de trabajo Vicente comenzó a mostrar interés en querer compartir su mundo con un par, situación que se observa en los momentos de espera previos a ingresar a sus sesiones, este comentario surgió en las supervisiones intraequipo desde los diferentes profesionales que trabajaban con él. Esto nos abrió la posibilidad de incorporar otro niño de similares características a la sesión, pasando de ser una sesión individual a una sesión compartida.
Se continuó trabajando con circuitos de recorrido, en donde surgía un breve intercambio entre ellos, generalmente modelado por el profesor/terapeuta a cargo, como ser un choque los cinco, el saludo. Se siguió utilizando la agenda visual pero se incorpora un breve reglamento con pictogramas, en el que figuraba permanecer sentado, escuchar y hablar en un tono de voz suave. Esto último se trabajaba además en las otras terapias.
Pasado un tiempo nos cuenta la maestra integradora que Vicente presentaba dificultades para participar en los diferentes juegos en los recreos del colegio o en su clase de educación física. Situación que nos llevó a diagramar nuestras intervenciones desde el juego y como facilitar su aprendizaje.
A través de dibujos concretos se muestra una regla de un juego específico y se brinda el modelo necesario para llevarla a cabo. En este espacio se incorpora una psicóloga a la sesión compartida. A medida que incorporaban paulatinamente el reglamento del juego se observaba un gran disfrute por participar del mismo. Además se incorpora otro niño más.
El grupo de niños ya no requería que la estructura de las actividades planteadas sea tan predecible y organizada. El progreso en sus áreas de flexibilidad cognitiva y anticipación les permitían participar activamente de juegos reglados y actividades pre deportivas donde las situaciones a resolver contengan más nivel de incertidumbre.
A la agenda visual se incorpora un momento de conversación, trabajando sobre las diferentes habilidades conversacionales, brindando los apoyos necesarios.
Hoy en día Vicente participa activamente en la mayoría de los juegos de su clase de Educación Física, aunque todavía necesita en ocasiones la intervención del profesor de educación física integrador en las clases, para ofrecerle ciertos apoyos en los juegos en donde se le dificulta participar. Sin embargo puede jugar un partido de futbol a la par de sus compañeros o realizar un juego escolar sin problemas, logrando incluirse activamente en su ámbito educativo.
Observando todo este recorrido de Vicente podemos decir que fue pasando por cada una de las etapas del Modelo educativo/terapéutico de intervención desde la Educación Física en personas con TEA «AMYDI®» antes planteado. Nuestro trabajo con él estaría cumplido el día que pueda valerse por sus propios medios sin necesitar de la ayuda de otra persona para participar de ciertas actividades. Y es ahí hacia donde queremos llegar, para que Vicente no necesite de un otro para incluirse en las diferentes actividades sociales de la vida diaria.
Lo que queremos mostrar es que todas las personas tienen la posibilidad de desenvolverse activamente en una sociedad, solo es necesario proporcionarle los apoyos, ayudas, intervenciones necesarias e individualizadas a cada persona para que esto suceda.
Nuestro aporte desde la Educación Física puede ser un bastón necesario en un momento de la vida de nuestros chicos para ayudarlos a recorrer un camino, para que el día de mañana puedan no necesitarlo y transitar con seguridad estos caminos.
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LOMBARDO MAXIMILIANO – BIASATTI MARCELO
TEA MOTRICIDAD Y DEPORTE