[vc_row][vc_column width=»2/3″][mk_padding_divider][vc_column_text]Andrea Rodríguez Martínez[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]
[mk_divider style=»single» divider_color=»#015345″ divider_width=»full_width» margin_top=»20″ margin_bottom=»20″]
Cómo controlar la frustración infantil
(Parte II)
A pesar de que todos los niños deben de aprender a manejar la frustración, tarea que no siempre es fácil, algunos niños que presentan trastornos en su desarrollo tienen mayores problemas para este aprendizaje. Una de las razones es que estos niños suelen tener dificultades en la inhibición y regulación de sus propias emociones coincidiéndoles con desarrollar una gran habilidad emocional y por ende a presentar una baja tolerancia a la frustración, como por ejemplo los niños con TDAH. Por otro lado estos niños presentan también problemas en la regulación de la demora de las gratificaciones, necesitando consecuencias inmediatas, sobre todo las positivas.
Por todo ello, el trabajo con estos niños a nivel emocional resulta esencial, tanto a nivel de comprensión de sus propias emociones como la adecuada expresión de las mismas, al igual que a postergar de manera gradual la gratificación inmediata. Pero también, se deberá trabajar de cara al desarrollo de un nivel más alto de tolerancia a la frustración con el objetivo de que el niño pueda manejarse y desarrollarse de una manera satisfactoria y autónoma en las diferentes situaciones que se le presenten en la vida.
Y ¿cómo se puede trabajar la tolerancia a la frustración? La psicopedagoga Lucía Osorio aporta una serie de pautas para poder lograr que los niños adquieran una tolerancia ante pequeñas o grandes frustracciones:
- Ser un buen ejemplo, tanto en casa como en la escuela. Los niños imitan las pautas comportamentales de los adultos, por ello tenemos que ser nosotros mismos lo que debamos de adquirir estrategias de regulación de la frustración.
- Enseñarle a identificar el sentimiento de frustración. El trabajo, sobre todo con los niños con dificultades y lo más pequeños, del reconocimiento de sus propias emociones es esencial. Ponerles nombre y saber identificar las sensaciones fisiológicas que nos produce les ayudará a poder gestionarlas en las diferentes situaciones.
- Dejar que el niño realice pequeños esfuerzos. Primeramente se comenzará con la resolución de pequeños problemas en los que veamos que el éxito está asegurado para incrementar sus niveles de motivación. Poco a poco, podrá ir enfrentándose a problemas mayores y cada vez más complejos. El niño debe saber que siempre estaremos ahí para apoyarle pero que debe enfrentarse de manera autónoma a las diferentes situaciones.
- Modificar o secuenciar la tarea. Una tarea compleja puede resolverse de manera satisfactoria si se sigue otro camino para su resolución o simplemente se fragmenta en pequeñas secuencias.
- Ayudar al niño a aceptar lo que no puede cambiarse.
- Enseñar al niño a aceptar las críticas. Aunque es un aspecto que resulta difícil de procesar para todos es importante que el niño aprenda a reflexionar sobre las mismas.
- Establecer límites y reglas en el hogar y en la escuela es fundamental, ya que las reglas y los límites nos hacen estar seguros de lo que se espera de nosotros en todo momento. De la misma forma la asunción de responsabilidades ajustadas a cada edad le proporcionarán autonomía a la vez que un incremento en su autoestima.
- Practicar técnicas de relajación con los niños. Esto les ayudará a disminuir los niveles de ansiedad en ciertas situaciones en las cuales se produzca un sentimiento de frustración.
- Reforzar positivamente, no solamente cuando haya podido gestionar la tolerancia a la frustración de una manera satisfactoria ante una determinada situación, sino cuando simplemente se haya aproximado a ella.
En definitiva, tenemos que saber que las frustraciones son algo muy normal en la vida de los niños y en nuestras vidas, por ello es fundamental que los niños a lo largo de su desarrollo aprendan a superar los problemas de manera constructiva, enseñándoles a enfrentarse a aquellas situaciones en las que las cosas no han ido bien o simplemente no han logrado conseguir lo que esperaban.
Si como adultos, tratásemos de evitarles las frustraciones, tenemos que ser conscientes de que les estamos perjudicando, ya que llegará el día en el que tengan que hacerlo de manera irremediable al ser parte de la condición humana y no sabrán cómo hacerlo al carecer de recursos necesarios para poder enfrentarse a ellas.
Por todo ello, tenemos que concienciarnos de que es nuestra responsabilidad como padres y educadores que los más pequeños estén preparados a aprender de sus errores y a saber afrontar todos sus fracasos para conseguir sus propósitos ya que es mucho más feliz una persona que afronta sus errores y sobre todo que aprende de ellos. Equivocarse es parte del proceso y debemos trasmitírselo a los niños, ya que no hay nada de malo en ello.
“Usa tu frustración y conviértela en inspiración” Ismael Cala.
[mk_divider style=»single» divider_color=»#015345″ divider_width=»full_width» margin_top=»20″ margin_bottom=»20″]
Andrea Rodríguez Martínez
Diplomada en Educación Infantil.
Licenciada en Psicopedagogía.
Amplia experiencia docente en enseñanza infantil y primaria.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]