El mes de julio ha finalizado y, con él, el campamento terapéutico de verano de la Fundación Querer. Más de una treintena de niños y niñas de entre 3 y 16 años con dificultades de aprendizaje (retraso en lectoescritura, TDAH, retraso madurativo, etc.) han disfrutado durante cuatro semanas de actividades lúdicas y terapias con atención adaptada e individualizada.
En cada jornada, los niños han realizado actividades para reforzar la atención, la lectoescritura y la psicomotricidad. Además, se han fomentado tres áreas muy importantes para su bienestar: el inglés, la creatividad y la música.
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«El campamento de verano es una experiencia muy positiva para niños con discapacidad, ya que les brinda la oportunidad de participar en actividades sociales y de continuar con la estimulación de las diferentes capacidades implicadas en su desarrollo, dentro de un enfoque en el que prima la diversión y ocio, a diferencia de cómo suelen trabajarlas durante el curso escolar», asegura Sara Herrero, neuropsicóloga y directora del Gabinete multidisciplinar de la Fundación Querer.
Para dar respuesta a la necesidad de seguir estimulando y trabajando con estos niños, mientras se facilita la conciliación familiar y laboral a las familias, durante este mes se han realizado, en grupos muy reducidos, diferentes actividades lúdicas y terapias. «El campamento está diseñado específicamente para poder atender y adaptar las actividades a las diferentes capacidades de los niños que acuden a él, de manera que todos han disfrutado de una experiencia positiva dentro de un ambiente seguro», afirma Herrero.
Estimulación a nivel cognitivo, físico y social
El campamento de la Fundación Querer ha desarrollado distintas actividades para estimular a los niños a nivel cognitivo, físico y social. Por un lado, a través de actividades lúdicas y juegos, entrenan diferentes capacidades cognitivas como la atención, la concentración, la memoria; habilidades del lenguaje como la lectura y la escritura o habilidades comunicativas. En el caso de la lectoescritura, habilidad que les supone un mayor esfuerzo, se trabaja por medio de cuentacuentos, poesías, cómics, chistes, adivinanzas o juegos de palabras… etc.
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Además, a nivel motor, a través del deporte y de otras actividades más específicas, han trabajado tanto la motricidad gruesa, que implica la coordinación y el equilibrio, como la motricidad fina. Es una oportunidad también para desarrollar estrategias que les ayudan a autorregularse y, sobre todo, les permiten liberar endorfinas.
Por otro lado, los niños que acuden al campamento trabajan constantemente sus habilidades sociales y otras áreas muy importantes para su bienestar, como son la creatividad y el inglés. Este año, además, hemos incluido una actividad de música y movimiento: «Está demostrado el impacto positivo sobre áreas como la creatividad, la expresividad emocional y corporal o mejora del estado de ánimo».
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No obstante, el atractivo principal para los niños que han acudido al campamento ha sido, de nuevo, la piscina. En verano se convierte en su actividad favorita, ya que, junto a monitores, disfrutan de actividades para aprender o perfeccionar su técnica de natación. Además, los padres agradecen que sus hijos aprendan a nadar antes de comenzar sus vacaciones de verano.
Profesionales especializados y con experiencia
A diferencia de lo que sucede con campamentos para niños neurotípicos, las actividades del campamento de la Fundación Querer no las imparten monitores de ocio y tiempo libre, sino profesionales (psicólogos, logopedas, profesores de educación especial, terapeutas ocupacionales, etc) cualificados y especializados en el trabajo con niños con dificultades de aprendizaje y una larga experiencia en su intervención.
Asimismo, la Fundación Querer ha incorporado de nuevo este año la figura del terapeuta sombra para aquellos niños que, dada su condición, requieran de un apoyo continuo durante el desarrollo de las actividades del campamento, ya que este profesional intermedia entre él y su aprendizaje y lo acompaña en sus actividades durante todo el día. Un recurso que ha acompañado por segundo año consecutivo a Eric, un niño de 5 años con TEA. «Pedimos la ayuda de un terapeuta para que apoye a nuestro hijo y pueda hacer las actividades del campamento mejor con los demás niños, más adaptadas», aseguran sus padres, quienes viajaron desde Murcia solo para acudir a este campamento.
¿Y en agosto?
Los niños con dificultades en el aprendizaje no se benefician de hacer un parón tan largo. Es positivo que sigan fomentando sus habilidades durante el verano, con actividades «más divertidas e interesantes, enfocadas desde el juego» y que mantengan ciertas rutinas y horarios, aunque, en verano, explica Herrero, estos «pueden ser más flexibles que los que tenemos durante el curso».
Sin embargo, también es necesario que descansen en agosto. Los deberes ya están hechos, por lo que es momento de pasar tiempo con la familia e incluso aburrirse, porque el aburrimiento también fomenta la creatividad y la imaginación.
Esperamos que todos hayan disfrutado de la experiencia y repitan el próximo año. Y ahora, ¡a disfrutar del verano!