[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Antonio Alberto Fernández

Diplomado en Magisterio, especialidad en Educación Especial. Licenciado en Psicopedagogía y con amplia experiencia en Intervención Educativa en alumnos con discapacidad intelectual.

[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]

Esa figura del maestro/a de Educación Especial

 

qComo primer post y a modo de presentación me gustaría compartir una reflexión que me ha acompañado en varias ocasiones de mi vida. Y es el hecho de dedicarme a lo que hago, trabajar con personas con necesidades de apoyo.

Esta cuestión, ya me asaltó por primera vez cuando me encontraba cursando la carrera de Magisterio de Educación Especial. Recuerdo que uno de mis profesores (mi tutor de prácticas concretamente) nos hizo pensar por el momento en el que decidimos dedicarnos a este sector o el modo, en un sentido u otro, como acabamos sentados en una de aquellas sillas.

Esta reflexión me condujo a pensar que siempre había querido ser maestro, aunque la rama que me interesaba fuese cambiando.

eduacion-especial

Entonces pensé, ¿y por qué Educación Especial y no música o educación física, que también me habían gustado?

 

Retrocedí unos años más. Concretamente, al momento en el que en bachillerato llegó la hora de rellenar la solicitud para entrar a la Universidad. Pensando, mi primera opción fue magisterio de Educación Especial. Era una especialidad dentro del Magisterio que me llamaba la atención y, por otra parte consideraba que lo iba a solicitar menos gente. Y, por lo tanto, tendría más salidas que otros títulos. Entonces, me vino a la cabeza que además, mi tutora de 4º de ESO me dijo que quizás me podría gustar estudiar esta profesión y dedicarme a ella. Hasta entonces, en mi reflexión sólo retrocedí hasta esa época de mi vida.

Pero en otro momento, compartiendo mi reflexión con mi madre le conté lo que había pensado. Su respuesta fue: ¿no se te ha ocurrido pensar que te ha gustado desde antes? Entonces mi madre me recordó que cuando iba a preescolar, uno de mis mejores amigos era un chico de esos que llamamos especiales (tenía Síndrome de Down). Aunque, por aquel entonces, para mi era otro chico con el que jugar en el patio y en clase. Después en mi trayectoria escolar, de un modo u otro, me implicaba con aquellos compañeros de mi clase que tenían algún tipo de necesidad de apoyo más concreta. Sin darme cuenta, sentía cierto interés por estos compañeros. Entonces no pensaba demasiado porqué hacía aquello o qué me llevaba a estar con ellos.

Con aquella conversación entre mi madre y yo me di cuenta que me había interesado el mundo de la educación especial desde hacía mucho tiempo. Por lo que no sólo fue una decisión momentánea tras examinarme de selectividad, seguir el consejo ofrecido por una profesora o elegir aquella carrera con más salidas. Sino que fue seguir un poco aquello que siempre me había gustado.

Esto me lleva a pensar en lo que consideramos vocación, de la que tanto se habla dentro del mundo de la educación. Y que no es un requisito indispensable dentro de este campo, al igual que ocurre en el resto. El diccionario de la Real Academia Española define este término como “la inclinación a un estado, una profesión o una carrera”. Nunca me ha gustado mucho pensar en esa especie de llamada para dedicarte a algo, relacionado hasta con un sentido “místico”. Siempre me ha gustado más relacionarlo con mi forma de ser, mi interés por las personas y la intriga por superar las barreras con las pueden encontrarse las personas con algún tipo de necesidad. Al fin y al cabo, hacer aquello que te gusta, y a lo que no te importa dedicarle tantas horas.

Cierta relación guarda la idea de la vocación con la visión que se tiene socialmente de esta profesión. Cuando conozco a alguien y me pregunta: ¿A qué te dedicas? Tú contestas: Trabajo en un colegio, soy maestro de educación especial. En ese momento a mucha gente, se le ilumina la cara y te dice: Qué bonito, me encanta. Para eso hay que valer. No todo el mundo vale para dedicarse a eso. Yo no podría. Tras esta conversación siempre me gusta pensar y reflexionar sobre ese comentario. Comparando con otras profesiones.

Al final, yo trabajo en esto (a pesar de que en algunos momentos pueda dudar también si realmente soy capaz de hacerlo). Pero buscas la manera de superar esa idea, y conseguirlo. Como en todas las profesiones, hay gente que vale y gente que no vale. Pero al final, y según me dice la experiencia, es poner empeño y querer hacerlo (unas veces mejor y otros teniendo que mejorar, pero siempre con esas ganas de intentarlo y ver cómo hacerlo). A pesar de que pueda ser una profesión con algo especial, no deja de ser un trabajo (y no algo relacionado sólo con el voluntariado y el servicio a la comunidad, como suele ocurrir a veces), y para el que es necesario querer hacerlo bien. Ese algo especial puede ser común a todas las profesiones relacionadas con el trabajo con las personas. Y, como en todas ellas, si te gusta y es lo que quieres hacer, seguramente hagas un buen trabajo con ellas.

Haciendo referencia ya a un carácter más técnico de esta profesión, el o la especialista en pedagogía terapéutica tiene unas funciones, tal y como pasa en todas. La legislación lo recoge como uno de los recursos que aparece para la atención de los alumnos y alumnas denominados con necesidades educativas especiales. Constituyéndose así como una figura fundamental para la atención y el desarrollo del alumnado con algún tipo de necesidad específica de apoyo educativo.

La atención e impartición de docencia directa.
• La elaboración y adaptación de material didáctico y la orientación al resto del profesorado en esta tarea.
• La tutoría del alumnado con NEAE.
• La coordinación con el equipo de orientación y el resto de profesionales que se participan en el desarrollo de los alumnos con NEAE.
• Atención a las familias.

A parte de este carácter técnico y estas funciones, pienso que para ello, una serie de cualidades que podría tener un maestro o maestra de educación especial (o de cualquier rama) en general podrían ser: observar al alumnado, ponerse en su lugar, tratar de entender y, así, poder pensar qué hacer y cómo intentar que su desarrollo sea el mejor posible. Pensando siempre que son personas y que nuestra manera de trabajar con ellas influye mucho en su persona.

Y con ello, entre reflexión y reflexión, mi día a día transcurre entre clases, alumnos y alumnas con necesidades educativas, planificación, material, etc.

Así es como llegué a este mundo, el de la enseñanza a personas con diversidad funcional de distinta índole y capacidades diferentes. Siempre con pensamientos basados en mi experiencia. Pero eso sí, pensando que de una manera u otra me dedico a algo que me gusta. Y que, a pesar de sus momentos amargos, hay otros dulces que hacen que me guste hoy por hoy pasar mis días en un colegio de Educación Especial.

Todo esto me lleva a querer compartir lo que sé sobre este mundo con aquellas personas que estén interesadas en seguir este espacio en el que me he involucrado.

¿Te ha gustado este post?

Entonces :

InShot_20180124_123216732

[mk_divider style=»single» divider_color=»#015345″ divider_width=»full_width» margin_top=»10″ margin_bottom=»20″]

 

 

 

Antonio Alberto Fernández

Diplomado en Magisterio, especialidad en Educación Especial. Licenciado en Psicopedagogía y con amplia experiencia en Intervención Educativa en alumnos con discapacidad intelectual.

[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]