[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Mariana Lombardo
Licenciada en Fonoaudiología – Logopeda.
Especialista en trastornos del lenguaje y bilingüismo.
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El lenguaje y la alimentación (Parte II)
Aquí estoy otra vez para seguir hablando de ese tema tan interesante que dejamos la semana pasada. Antes me gustaría preguntaros si habéis probado esto de sentaros a la mesa. Que tal ha ido la experiencia? Espero que haya sido tan buena como la mía.
Pero bueno, vamos a lo que nos encuentra hoy. Cómo ayuda la alimentación al desarrollo de los músculos que intervienen en el habla?.
Alguna vez se pusieron a pensar el porque de la evolución con la comida? Porqué se introducen semisólidos a una edad determinada y no a otra? Porqué las tetinas de los biberones tienen diferentes orificios? Porqué se recomienda quitar el biberón y pasar a taza/vaso a una determinada edad? Pues todo tiene su razón de ser y no está relacionado simplemente con la nutrición del niño.
Cuando el bebé nace lo mejor que se le puede dar es el pecho materno. Además de ayudar a construir un vinculo precioso madre-hijo, hace que los músculos de la boca se ejerciten al 100%. Hay veces que esto no se puede lograr, y por eso se introducen los biberones.
*Permítanme hacer aquí un stop. Los biberones deberían introducirse SÓLO si no hay posibilidades de alimentación materna. No me vale “es que no come lo suficiente”, “llora mucho” o “se despierta muchas veces a comer”. Los bebés lloran y se despiertan. Si, es cansado pero es así y no siempre se despiertan o lloran porque tienen hambre – diría yo que esa es la menor de las razones. Se despiertan y lloran porque han pasado de estar calentitos y con absolutamente todas las necesidades resueltas a vivir “lejos” de mamá y en un mundo en el que hay que pedir soluciones a nuestros problemas! (y claro, la primer forma de lenguaje y de pedir es…LLORANDO!) Asique señoras mamás y señores papás, asumámoslo y disfrutemos de esta etapa cansada. Además, yendo al tema netamente nutricional, que ya sé que nos vuelve locos, el calostro es lo que nuestro bebé necesita los primeros días de vida, nada más (salvo, vuelvo a decir, que exista un problema y haya que darle leche de fórmula).
Bueno, volviendo al tema que sino me disperso, los biberones son igual de buenos y fomentan por igual el vínculo y ejercitan los músculos. Sin embargo debo puntualizar aquí sobre el tamaño del orificio de las tetinas. Este debe ser SIEMPRE el más pequeño que haya. Y aquí radica la gran diferencia con el pecho materno.
Este punto es el primero importante en el desarrollo de los músculos. Al succionar, el bebé ejercita los músculos de toda la boca, generando una presión dentro de la misma que ayudará al desarrollo de una respiración correcta y una deglución funcional al momento de comenzar a ingerir semi sólidos. Y por supuesto, los músculos empezarán a coger la fuerza necesaria para una correcta pronunciación.
Luego introducimos zumos de fruta e incluso agua. Consistencia diferente a la leche (ni hablar del sabor, que también estimula los receptores propioceptivos y nos prepara para empezar a probar de todo – esto también es integración sensorial). Los pediatras más animados sugieren que poco a poco empecemos a utilizar la cuchara para darles estos líquidos (si no introducimos la cuchara, pueden ser los vasitos de transición. Y si son esos que tienen pajitas, mejor) Esta es una forma de presentación que nada tiene que
ver con la succión del pecho o biberón. Con la cuchara – vaso los peques sorben el líquido. Y la sorbición ejercita otros músculos diferentes, sobre todo de los labios.
Y después llegan los semisólidos! Aquí empieza lo bueno señores! Aquí el cambio es abismal, porque a partir que empezamos con las papillas de frutas – hasta llegar al filete – nuestra boca tiene que trabajar al 100%.
Cojan a sus peques y miren (o hagan memoria de cuando empezaron con las papillas). Porque se ensucian tanto los niños? Porque se les sale el alimento de la boca? Es muy simple. En la succión y en la sorbición, la lengua hace un movimiento horizontal adelante-atrás desde una posición baja dentro de la boca. Con este movimiento crea la presión necesaria para extraer el líquido y no se necesita dirigir el alimento hacia atrás porque por la misma gravedad el líquido se deglute. Este es el único movimiento que conocen los niños. Y esta claro que para los semisólidos no les sirve. Aquí no necesitan ejercitar presión alguna, el alimento ya está expuesto. Pero si necesitan elevar la lengua para que el alimento pase al tracto faríngeo. La única manera de aprender esto es ejercitando, es decir…COMIENDO SEMISÓLIDOS! Y siendo conscientes de lo que pasa por su boca. Solo así los niños pueden desarrollar sensibilidad, propioceptividad, fuerza muscular.
Ya sé, y en carne propia porque también soy mamá, que es más rápido triturarle la comida porque necesitamos salir en una hora, o partir las galletas en la leche y meterlo todo en un biberón con tetina gigante para desayunar y llegar a tiempo al cole. Pero créanme, es la peor solución de todas. Luego vienen las manos a la cabeza cuando nuestro hijo no quiere comer ese filete, o le entran arcadas con los granitos de arroz en la sopa. Si no les permitimos desarrollar la sensibilidad ni la fuerza muscular, pues normal que no quiera comer. Y de la mano vienen los trastornos en el habla.
Niños que no pronuncian de la manera correcta determinados fonemas, seguro está relacionado con el proceso de la alimentación. Y eso no es nada. Cuántas deformaciones de dientes nos ahorraríamos! Imagínense que la lengua está todo el tiempo empujando a los dientes. No solo cada vez que comemos, cada vez que tragamos saliva! Si no sé hacer movimientos verticales hacia arriba para tragar puré, tampoco lo sé hacer para tragar mi propia saliva. Y eso ni hablar de la falta de fuerza que vamos generando cada vez más hasta quedarnos todo el tiempo con la boca abierta. Y claro, ya que estamos respiramos por la boca…y así un montón de alteraciones que podrían evitarse si supiéramos frenar en este mundo alocado y dejar a nuestros hijos comer tranquilamente y aprender todo lo que este acto social y madurativo conlleva.
Para terminar les dejo una diapositiva de una presentación que una vez hice que muestra de manera muy clara la relación entre la alimentación y el lenguaje.
Un abrazo a todos y hasta la próxima!
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Mariana Lombardo
Licenciada en Fonoaudiología – Logopeda.
Especialista en trastornos del lenguaje y bilingüismo.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]