Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son significativamente frecuentes en personas con discapacidad, debido a factores como el aislamiento social, la baja autoestima y la conciencia de sus limitaciones físicas o mentales. Estos factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar anorexia o bulimia, dificultando además su diagnóstico temprano. En este contexto, dominar la metabolómica resulta crucial, ya que permite una evaluación precisa de las carencias nutricionales y metabólicas en estos pacientes, ofreciendo datos esenciales para personalizar tratamientos y mejorar su calidad de vida a largo plazo.
Un reciente estudio puesto en marcha por el Hospital HM Nens y el Hospital Vall d’Hebrón ha evaluado el estado metabolómico-nutricional y el riesgo cardiovascular en adolescentes con anorexia nerviosa y bajo peso. Con los primeros resultados en la mano, los investigadores han destacado que la restricción alimentaria severa afecta negativamente el metabolismo y los marcadores cardiovasculares, lo que puede tener graves consecuencias a largo plazo si no se interviene de manera temprana. Así, el análisis subraya la necesidad de un tratamiento rápido para evitar complicaciones, especialmente en un momento crítico del desarrollo como la adolescencia.
Para conocer todos los detalles del estudio, hablamos con el doctor José Manuel Siurana, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital HM Nens y profesional que ha liderado el estudio de metabolómica en Trastornos de Conducta Alimentaria.
¿Cuál fue la principal motivación para iniciar este estudio sobre la metabolómica en trastornos alimentarios en niños y adolescentes?
En 2018, iniciamos en el Hospital HM Nens, junto con el Hospital Vall d’Hebrón, una línea de investigación para el estudio del riesgo cardiovascular en pediatría. Empezamos estudiando los cambios cardiovasculares en adolescentes con obesidad y profundizamos en la búsqueda de indicadores avanzados de riesgo cardiovascular para el estudio del colesterol, estudiando la distribución de las lipoproteínas y los lípidos plasmáticos, parámetros relacionados con la formación de placas de ateroma en las arterias.
Posteriormente, en 2020, con la pandemia de la COVID-19 y el acuciante incremento de casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria como la anorexia nerviosa en adolescentes, decidimos ampliar nuestro proyecto al estudio del riesgo existente en estos pacientes, ya que sus niveles de colesterol plasmático son aún más elevados que en la obesidad. Además, añadimos la determinación de precursores del ciclo de Krebs, que es la manera en que las células son capaces de generar energía. Una curiosidad de las analíticas convencionales de pacientes con anorexia nerviosa es que la mayoría de los macronutrientes, como los triglicéridos, la glucosa o las proteínas, tienen valores normales.
¿Qué ventaja aporta la metabolómica frente a las pruebas analíticas convencionales en el diagnóstico de trastornos de conducta alimentaria?
La metabolómica nos permite determinar qué está pasando en el organismo de nuestros pacientes en el momento actual, a diferencia de otras ciencias ómicas, como la genómica o la epigenómica, que prevén lo que podría suceder. Por lo que, para el médico, es una herramienta más útil para el manejo de la condición física actual del paciente. Mediante la metabolómica se pueden determinar varios tipos de micronutrientes como los aminoácidos esenciales o ácidos grasos poliinsaturados como los omegas. Además, la metabolómica nos permite estudiar el tamaño y la composición de las lipoproteínas, que son las principales moléculas para el transporte del colesterol en la sangre y las causantes del inicio de la formación de placas de ateroma en la pared arterial. En pediatría, estas determinaciones son de gran ayuda porque, dada la juventud de nuestros pacientes, en la mayoría de los casos solo pueden observarse cambios precoces en el metabolismo que no se determinan con una analítica convencional.
Los resultados preliminares muestran un déficit significativo en ciertos nutrientes. ¿Qué nutrientes destacaría como los más críticos en estos pacientes?
En adolescentes con obesidad, lo más destacado es la disminución de ácidos grasos cardioprotectores como el omega 3 y el aumento de las lipoproteínas LDL de pequeño tamaño, que estudios previos ya han demostrado que tienen una relación con patologías cardiovasculares como el infarto de miocardio o la arteriosclerosis. Mientras que en adolescentes con anorexia nerviosa, nos ha llamado mucho la atención la disminución generalizada de precursores de la nutrición celular, especialmente algunos aminoácidos tan importantes como la alanina, los ramificados (BCAA) o el glutamato.
¿De qué manera este déficit nutricional afecta el riesgo de complicaciones cardiovasculares en jóvenes con bajo peso?
No hemos encontrado complicaciones cardiovasculares en jóvenes con bajo peso. A nivel cardiovascular, hemos detectado cambios metabólicos que generan un riesgo más elevado en adolescentes con obesidad.
¿Cómo impacta la reducción de glutamato en el cerebro de los pacientes y qué papel juega en el desarrollo de trastornos de salud mental?
El glutamato es el neurotransmisor más abundante en el sistema nervioso central (SNC) y el principal neurotransmisor excitatorio. La mayor cantidad de la glucosa que llega al cerebro servirá para generar glutamato. Su disminución en el SNC se ha relacionado con cuadros depresivos. Sin embargo, conviene ser cautos en este punto porque aún no se ha demostrado que haya una relación entre los niveles de glutamato sanguíneo y los niveles en el líquido cefalorraquídeo. En nuestro grupo creemos que como la síntesis de glutamato depende de la glucosa sanguínea, es factible hipotetizar que si los niveles sanguíneos están disminuidos, algo similar puede ocurrir a nivel cerebral. Hay que tener presente que los cuadros de depresión y ansiedad son muy importantes en los pacientes con anorexia nerviosa, por lo que si a través de la dieta existe posibilidad de mejorarlos, podría ser un avance relevante para el manejo de estos pacientes.
¿Existen marcadores metabólicos específicos que puedan predecir la cronificación de la anorexia nerviosa en pacientes pediátricos?
No tenemos datos al respecto. En una segunda parte del proyecto, queremos hacer un seguimiento metabolómico de estos pacientes para detectar qué perfiles han tenido mejor evolución.
En términos de tratamiento, ¿cómo podría la metabolómica guiar futuras terapias más personalizadas para estos pacientes?
La metabolómica nos permite tener algo así como una huella metabólica de nuestros pacientes y saber cuáles son los déficits que debemos corregir o los excesos que debemos limitar, puesto que cada individuo es singular, procesa los nutrientes de forma diferente o su genética le predispone a generarlos internamente. Es muy útil para el manejo dirigido en pacientes con trastornos de la alimentación.
¿Qué papel han tenido los centros colaboradores, como el Hospital Vall d’Hebron, el Hospital Sant Joan de Reus, el Institut Pere Mata o los centros ITA, en el desarrollo y ejecución de este estudio?
El proyecto lo iniciamos juntamente con el Hospital Vall d’Hebrón, donde el equipo del Dr. Diego Yeste tiene experiencia en el manejo de adolescentes con obesidad, y el laboratorio de metabolómica avanzada Biosfer Teslab de la Dra. Núria Amigó, que son expertos en el diagnóstico molecular. Posteriormente, para desarrollar el proyecto de anorexia nerviosa, se unieron el Hospital Sant Joan (Dr. Albert Feliu) y el Institut Pere Mata (Dra. Vanessa Sánchez) de Reus, que atienden a una cantidad importante de pacientes con anorexia nerviosa en el sur de Cataluña.
Los centros de salud mental ITA colaboran con nuestro hospital y tienen una amplia experiencia en la atención de adolescentes con esta patología. Nuestro proyecto es una colaboración público-privada multicéntrica que ha sido posible gracias a la excelencia de los profesionales que están trabajando en los distintos centros y a la financiación recibida a través de becas competitivas de la Sociedad Española de Arteriosclerosis, la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas y la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica.
¿Qué tan accesible es la tecnología de pruebas de metabolómica actualmente en la práctica clínica diaria para pediatras y especialistas?
Tan solo es necesaria una muestra de sangre, pero depende del acceso a un laboratorio especializado. Solo un puñado de laboratorios en todo el mundo pueden realizar la técnica que nosotros utilizamos y tenemos la suerte que uno de ellos está en Cataluña. En los centros de HM Hospitales en Cataluña, en colaboración con Biosfer Teslab, ofrecemos un análisis metabolómico tanto para trastornos de la alimentación como para el estudio avanzado del estado nutricional de los deportistas.
De cara al futuro, ¿qué próximos pasos o investigaciones se plantean para consolidar la metabolómica como herramienta diagnóstica en trastornos alimentarios?
Nos hemos sorprendido de la aplicabilidad clínica de esta técnica, por lo que tenemos el proyecto de ampliar nuestros estudios con la incorporación de adolescentes deportistas con altos índices de ejercicio físico, ya que es una población muy susceptible a la hora de presentar alteraciones nutricionales y que se beneficiarían de tener un conocimiento de su perfil metabolómico, tanto para mejorar su rendimiento como para detectar alteraciones nutricionales.