Un año más, la Sociedad Española de Neurología ha otorgado sus PREMIOS SEN, que representan el reconocimiento de la Sociedad Española de Neurología y de los neurólogos españoles a aquellas personas e instituciones que han contribuido decididamente al avance científico o a la promoción social de las enfermedades neurológicas. Estos Premios son otorgados por la Junta Directiva a propuesta de los Grupos de Estudio de la SEN y de los miembros de la SEN.
En esta ocasión, el Premio Modalidad Científica ha recaído sobre Dr. Rodrigo Rocamora Zúñiga, como reconocimiento a su significativa contribución al avance del conocimiento y tratamiento de la epilepsia.
El Dr. Rodrigo Rocamora es neurólogo y Jefe de la Unidad de Epilepsia Avanzada del Hospital HM Delfos de Barcelona. También dirige a la Unidad de Epilepsia del Hospital del Mar y es Profesor Asociado de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Hablamos con él.
Para conocerle un poco más, doctor. ¿Qué le llevó a enfocarse en la investigación de la epilepsia?
Probablemente, lo que me llevó a orientarme a la Epilepsia fue que un familiar muy cercano sufría crisis convulsivas que me tocaba observar cuando era niño. No fui consciente de esto, claro, hasta cuando ya estaba estudiando medicina y fui a un congreso de Epilepsia en Oslo, Noruega, y me di cuenta de que era mi vocación.
¿Cuál es el estado actual de la investigación sobre la epilepsia en España y a nivel global?
El estado de la investigación en Epilepsia en España es bueno, pero al país lo penaliza mucho la poca inversión de fondos estatales en este campo. Esta situación, comparado con Norteamérica o los países del norte de Europa, reduce las posibilidades de destinar recursos humanos y técnicos para este fin.
¿Cuáles son los avances más recientes en el diagnóstico de la epilepsia?
Creo que los mayores avances se están dando en el campo de la genética que, a raíz del abaratamiento de los estudios diagnósticos, nos permite comprender cuán importante es esta etiología en diversos tipos de epilepsia. Por otra parte, un ámbito en el que hemos sido pioneros en España es en el de la introducción de registros de evaluación electroencefalográfica continuada. Estos son unos pequeños electrodos que se implantan bajo el cuero cabelludo de los pacientes y que permiten identificar crisis epilépticas 24 horas al día durante meses. Esto permite caracterizar a la epilepsia de una forma hasta ahora insospechada, porque muchas veces los pacientes no son conscientes de las crisis o reportan como crisis fenómenos que son de otra índole.
¿Qué tratamientos actuales considera más efectivos para el control de la epilepsia?
Han salido nuevos medicamentos anticrisis que están demostrando una efectividad mayor de la cual disponíamos hasta ahora. Además, se están desarrollando medicamentos específicos para determinado tipo de epilepsia, muy graves que suelen afectar a los niños y que están especialmente indicados en estos casos. Esto está permitiendo lograr un mayor porcentaje de libertad de crisis en epilepsia farmacorresistentes de diverso tipo.
Desde el punto de vista quirúrgico, el gran desarrollo es el uso de cirugía mediante láser y la realización de procedimientos de electrotermocoagulación que se realizan cuando es necesario implantar electrodos intracraneales como método diagnóstico. Todos estos procedimientos entran dentro de lo que se llama cirugía mínimamente invasiva, que es mucho más tolerable para el paciente y con menos riesgos que la cirugía clásica.
¿Podría explicarnos alguna de sus investigaciones o proyectos recientes en el campo de la epilepsia?
Actualmente, mediante el uso de sistemas de registro de electroencefalografía ultraprolongada, estamos trabajando para identificar los ritmos infradianos, es decir, aquellos que se producen más allá de 24 horas y que afectan la predisposición de las crisis. Es decir, hay situaciones, por ejemplo en las mujeres, como pueden ser cambios hormonales cíclicos o situaciones vitales como estrés episódico que afectan cada cierto tiempo a los individuos, y que si somos capaces de identificarlos como factores desencadenantes de crisis, podemos realizar un tratamiento más individualizado. Por último, estamos desarrollando nuevas técnicas de neuromodulación que permiten cambiar la forma como grupos de neuronas, interactúan y facilitan la aparición de crisis. De esta forma podemos llegar a controlar crisis mediante técnicas que afectan las redes cerebrales.
¿Cuál considera que ha sido su mayor contribución al estudio de la epilepsia hasta la fecha?
Dentro de mi ámbito, a nivel internacional, probablemente el mayor aporte ha sido la caracterización de la función que la ínsula, que es una estructura cerebral, muy profunda, tiene sobre el rol del control de la función cardíaca. Estos estudios los hemos hecho mediante la estimulación intracraneal de esta estructura, midiendo la función del corazón y hemos podido demostrar la estrecha relación que existe entre estas dos estructuras. Esto podría tener efectos en la comprensión de la muerte súbita en epilepsia o en términos generales para entender cómo influye el cerebro en el control de la función cardiaca.
A nivel nacional, uno de los mayores propósitos de mi actividad ha sido el cambio de paradigma del diagnóstico en la cirugía de la epilepsia. Una vez que volví de Alemania en el año 2006 pude aplicar toda una serie de conceptos y tecnología que hasta la fecha no se realizaban en España cómo fue el uso de los electrodos profundos que ahora se utilizan en el ámbito de la estéreoelectroencefalografía (SEEG).
¿Qué papel cree que juegan las tecnologías emergentes en el tratamiento y manejo de la epilepsia?
Las nuevas tecnologías son fundamentales tanto en el procedimiento diagnóstico como el terapéutico. En el primero, nos permitirán realizar análisis matemáticos de la actividad cerebral que nos permiten entender el procedimiento de por qué se produce una crisis y cuando. El uso de inteligencia artificial mediante sistemas de “machine learning” o “deep learning” que son sistemas en los cuales los ordenadores aprenden por sí mismos a interpretar la función eléctrica cerebral, nos permitirán diagnósticos más acertados en el futuro. Al mismo tiempo, estas mismas metodologías permitirán predecir las crisis o los momentos, en las cuales las crisis son más probables que ocurran para tomar medidas específicas en esa situación.
Hay veces en las que sólo se necesita una palabra de aliento. ¿Qué consejos daría a los pacientes con epilepsia y a sus familias para manejar mejor la enfermedad?
El mejor consejo lo aprendí de uno de mis profesores en Alemania, que siempre les decía a los pacientes: «puede que ahora no tengamos una solución a su problema, pero la tecnología evoluciona muy rápidamente y probablemente en dos años podamos reevaluar su caso y encontrar respuestas que ahora no tenemos».
¿Cómo puede la sociedad en general contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas con epilepsia?
La sociedad puede mejorar la calidad de vida de los pacientes cuando participa de campañas de información mediante las cuales se desmitifica la enfermedad. Este es un elemento fundamental para aumentar la incorporación de los pacientes a una vida social completamente normal. Es una lástima ver como hoy en día en España, todavía se despide a personas en determinados trabajos, simplemente por el hecho de padecer epilepsia.
¿Hay algún mensaje final que le gustaría compartir sobre la lucha contra la epilepsia?
El mejor mensaje que puedo dar es a los pacientes que no pierdan la esperanza, hay muchos avances que están ocurriendo en forma muy acelerada y sobre todo en nuestras unidades de alta complejidad están viniendo generaciones de especialistas, cada vez más preparados y motivados para seguir avanzando en este campo.