El bullying y el acoso escolar son problemas graves que afectan a millones de niños y adolescentes en todo el mundo. Sin embargo, su impacto es aún más devastador para aquellos que tienen alguna forma de discapacidad. Según Daniela Tautiva, neuropsicóloga infanto-juvenil y Coordinadora del Gabinete Multidisciplinar de la Fundación Querer, el acoso escolar en niños con discapacidad puede tener consecuencias profundamente negativas y duraderas en su salud mental y emocional.
«El impacto emocional que tiene cualquier tipo de maltrato en la infancia y adolescencia repercute directamente en la probabilidad de padecer algún trastorno emocional y del comportamiento», señala Tautiva. Los niños con discapacidad no solo son más propensos a ser víctimas de bullying, sino que también experimentan un impacto más severo en su bienestar mental. «El tener una discapacidad se podría reconocer como un factor de riesgo para padecer acoso escolar. Por lo tanto, las probabilidades en ellos aumentan», añade.
Dificultades adicionales para adaptarse al entorno
Uno de los principales desafíos que enfrentan los niños con discapacidad es la falta de herramientas para adaptarse socialmente. Daniela Tautiva explica que «algunas discapacidades convergen con dificultades en la cognición social; es decir, en la comprensión de las relaciones sociales y mi papel en ellas, por lo que su abordaje suele tomar más tiempo y ser más complejo«. Esta dificultad para entender las dinámicas sociales puede hacer que los niños con discapacidades, como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), sean más vulnerables al rechazo y la incomprensión por parte de sus compañeros.
El entorno escolar y social como factor clave
El entorno escolar y social juega un papel crucial en la vulnerabilidad de los niños con discapacidad frente al bullying. «Si tuviéramos en el entorno escolar y desde casa una cultura de respeto por la diferencia, la aceptación y naturalidad por la discapacidad, tendríamos niños más felices«, afirma Tautiva. Subraya que el acoso no siempre es producto de la falta de empatía, sino más bien del desconocimiento y la falta de información sobre la discapacidad. Por ello, destaca la importancia de la psicoeducación tanto en el hogar como en la escuela.
Efectos a corto y largo plazo
Los efectos del bullying en niños con discapacidad pueden manifestarse tanto a corto como a largo plazo, afectando su desarrollo emocional y cognitivo. Según Tautiva, «crecer en ambientes hostiles, de conflicto o violencia repercute en la capacidad atencional, funciones ejecutivas, autoestima y riesgo de padecer trastornos emocionales y de conducta». Estos niños pueden mostrar signos de aislamiento, regresiones en hitos del desarrollo como control de esfínteres, y cambios de humor constantes, entre otros síntomas.
Señales de alerta para padres y educadores
Es fundamental que los padres y educadores estén atentos a las señales de que un niño con discapacidad pueda estar sufriendo acoso escolar. «Comienzan a aislarse, inventan excusas para no ir a la escuela, incluso mencionan diferentes enfermedades o malestares físicos para evitarla», advierte Tautiva. Detectar estas señales a tiempo es crucial para intervenir de manera efectiva y evitar daños emocionales a largo plazo.
Estrategias para enfrentarlo
En cuanto a las estrategias para proteger la salud mental de estos niños, Tautiva enfatiza la importancia de la psicoterapia, especialmente la sistémica, que se enfoca en crear una red de apoyo emocional adecuada. También subraya la necesidad de que las escuelas y las comunidades eduquen sobre la discapacidad y fomenten la empatía y el respeto desde una edad temprana. «Mientras más información se les dé a los niños, niñas y adolescentes sobre la discapacidad, se reduce el riesgo a lo desconocido y se disminuye el morbo», asegura.
Importancia de la intervención temprana
El mensaje de Daniela Tautiva es claro: la intervención temprana es esencial para mitigar el daño emocional causado por el bullying. «Desde las primeras señales, lo ideal es acudir al psicólogo. Este es el profesional idóneo para identificar si nuestro hijo o hija está siendo maltratado por sus pares. La inmediatez en estos casos es nuestra aliada, pues evitamos su sufrimiento y reducimos las probabilidades de daños emocionales a largo plazo», concluye.
La salud mental de los niños con discapacidad depende en gran medida de cómo los adultos y la sociedad en general aborden el problema del bullying. Crear entornos inclusivos, seguros y respetuosos es una responsabilidad compartida que puede marcar una diferencia significativa en la vida de estos jóvenes.