¿Es positivo que los niños con necesidades educativas especiales realicen un parón tan largo durante las vacaciones de verano? ¿Deben seguir trabajando, o es mejor que descansen? ¿Qué opciones existen adaptadas a ellos? Estas son algunas de las preguntas que se hacen las familias de niños con dificultades de aprendizaje, derivadas de un trastorno neurológico.
Para dar respuesta a la necesidad de seguir estimulando y trabajando con estos niños, mientras se facilita la conciliación familiar y laboral a las familias, la Fundación Querer organiza cada año un Campamento terapéutico de verano, al que ya puedes inscribirte, dirigido a niños, de entre 6 y 16 años, con dificultades de aprendizaje, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno del Espectro Autista (TEA), retraso madurativo etc.
Durante todo el mes de julio, los niños realizan, en grupos muy reducidos, actividades lúdicas y terapias con atención adaptada e individualizada. «Un campamento de verano puede ser una experiencia muy positiva para niños con discapacidad, ya que les brinda la oportunidad de participar en actividades sociales y de continuar con la estimulación de las diferentes capacidades implicadas en su desarrollo, dentro de un enfoque en el que prima la diversión y ocio, a diferencia de cómo suelen trabajarlas durante el curso escolar», asegura Sara Herrero, neuropsicóloga y responsable del Gabinete multidisciplinar de la Fundación Querer.
Además, destaca la neuropsicóloga, este campamento terapéutico «está diseñado específicamente para poder atender y adaptar las actividades a las diferentes capacidades de los niños que acudan a él, de manera que todos puedan disfrutar de una experiencia positiva dentro de un ambiente seguro«.
¿Qué habilidades trabajarán?
El campamento de la Fundación Querer desarrolla actividades para estimular a estos niños a nivel cognitivo, físico y social. «A través de actividades lúdicas y juegos, entrenarán diferentes capacidades cognitivas como la atención, la concentración, la memoria; habilidades del lenguaje como la lectura y la escritura o habilidades comunicativas«, explica Herrero. Trabajar la lectoescritura, reconoce, les supone un importante esfuerzo, pero es importante seguir reforzándola durante el periodo vacacional para que estén mejor preparados para enfrentarse al nuevo curso. No obstante, para ponérselo un poco más fácil, se trabaja por medio de cuentacuentos, poesías, cómics, chistes, adivinanzas o juegos de palabras… etc.
Además, a nivel motor, a través del deporte y de otras actividades más específicas, trabajan tanto la motricidad gruesa, que implica la coordinación y el equilibrio, como la motricidad fina. Es una oportunidad también para «desarrollar estrategias que nos ayuden a autorregularnos y, sobre todo, nos permite liberar endorfinas. Esto nos proporciona sentimientos de bienestar y hace que nos convirtamos en personas más plenas y felices», apunta Herrero.
Los niños que acuden al campamento de verano de la Fundación Querer trabajan constantemente sus habilidades sociales y otras áreas muy importantes para su bienestar, como son la creatividad y el inglés. ‘El Cole de Celia y Pepe’, colegio de educación especial de la entidad, lleva a cabo una novedosa metodología de aprendizaje de un segundo idioma, que se extiende para los más mayores, aunque de forma más lúdica, durante el mes de julio. El último día de la semana, además, se realizan juegos y manualidades, todos en inglés.
En verano, la piscina se convierte en uno de los principales atractivos del campamento para los niños, quienes coinciden en que las clases de natación son su actividad favorita. «Junto a monitores, disfrutan de actividades en la piscina para aprender o perfeccionar su técnica de natación», cuenta Herrero. Además, los padres agradecen que sus hijos aprendan a nadar antes de disfrutar de sus vacaciones de verano. Es el caso de Sher, madre de Yago, niño de cuatro años con trastorno del lenguaje: «Vi una evolución en él en tan solo tres semanas fascinante, sobre todo en natación. Mi hijo tenía un poco de miedo al agua, no sumergía la cabeza, ya la sumerge».
Debido al éxito del campamento de verano del año pasado, la neuropsicóloga explica que la Fundación Querer mantendrá este año «tanto la estructura, como el formato de las actividades». No obstante, subraya, «variaremos el contenido de las actividades para que a los niños que ya vinieron el año pasado les resulte igual de novedoso y motivante que a los que vienen por primera vez». Este año, además, incluirán una actividad de música y movimiento: «Está demostrado el impacto positivo sobre áreas como la creatividad, la expresividad emocional y corporal o mejora del estado de ánimo».
¿Qué profesionales impartirán las actividades?
A diferencia de lo que sucede con campamentos para niños neurotípicos, las actividades del campamento de la Fundación Querer no las imparten monitores de ocio y tiempo libre, sino profesionales (psicólogos, logopedas, profesores de educación especial, terapeutas ocupacionales, etc) cualificados y especializados en el trabajo con niños con dificultades de aprendizaje y una larga experiencia en su intervención.
«Resulta poco común que se realicen actividades adaptadas que mantengan un enfoque totalmente lúdico, sin perder el enfoque terapéutico»
La atención está, por tanto, adaptada a las necesidades de cada niño, con distintos trastornos o enfermedades: «Resulta menos común de lo deseable el hecho de que se realicen actividades adaptadas a las necesidades de los niños con dificultades que mantengan un enfoque totalmente lúdico, pero sin perder de vista el enfoque terapéutico. Nos adaptamos al nivel del grupo y a las características del niño para darle una atención personalizada en grupos muy reducidos, con un terapeuta por cada tres niños».
Una adaptación que, según explica Verónica, madre de Guillermo, un niño de 7 años con Trastorno del Espectro Autista (TEA), no es fácil de encontrar: «Todos los campamentos en los que habíamos estado dicen que son adaptados o que tienen alguna persona experta y luego realmente no es así. Nuestra experiencia fue buenísima el año pasado, Guillermo todos los días llegaba contento. Uno de los primeros días llegó diciéndome que había sido ‘un día genial’ y para mí, cuando dice eso, significa mucho».
Asimismo, al igual que en la edición anterior, la Fundación Querer incorpora la figura del terapeuta sombra, un profesor, psicólogo o terapeuta ocupacional, dependiendo del perfil del niño, «para aquellos niños que, dada su condición, requieran de un apoyo continuo durante el desarrollo de las actividades del campamento, ya que intermedia entre él y su aprendizaje y lo acompaña en sus actividades durante todo el día», explica Herrero.
Un recurso que acompañó el año pasado a Eric, un niño de 5 años con TEA. «Pedimos la ayuda de un terapeuta para que apoyara a nuestro hijo y pudiera hacer las actividades del campamento mejor con los demás niños, más adaptadas», aseguran sus padres, quienes viajaron desde Murcia solo para acudir a este campamento. Según esta familia, la evolución del niño fue evidente después de esas semanas: «Le vimos mejor en casa, en las órdenes y mejoró mucho la atención».
¿Por qué es beneficioso acudir a un campamento de verano?
Descansar es necesario, pero, para niños con discapacidad intelectual, parar completamente durante más de dos meses puede suponer un perjuicio en su desarrollo y aprendizaje. «Puesto que se trata de un período de vacaciones, es positivo que tengan tiempo para descansar y relajarse, pero siempre manteniendo cierta estructura durante las vacaciones, en las que también es bueno que realicen actividades que les permitan conservar el nivel en todas las habilidades adquiridas o entrenadas durante el curso», asegura Herrero.
Para estos niños, será importante mantener ciertas rutinas y horarios, aunque, en verano, explica Herrero, «pueden ser más flexibles que los que tenemos durante el curso». Durante este periodo de tiempo, por tanto, será positivo «seguir realizando actividades que permitan dar continuidad al desarrollo de sus capacidades, pero éstas pueden ser más divertidas e interesantes y estar enfocadas desde el juego».
«Implica un respiro para sus cuidadores principales, pudiendo disfrutar de tiempo libre para ellos o servirles como una fuente de recursos y herramientas»
Cada vez hay mayor demanda de este tipo de campamentos, cuenta Herrero, «debido a los beneficios que tienen para los niños». «Como las actividades que planteamos para el campamento están diseñadas dentro de un entorno seguro que les permita seguir trabajando habilidades mientras disfrutan, la acogida es muy buena. También, el hecho de contar con profesionales especializados favorece la tranquilidad de las familias y reduce su estrés», añade.
La organización de este tipo de iniciativas facilita también la conciliación familiar y laboral en un mes en el que muchos padres todavía trabajan. «En algunos casos puede implicar un respiro para sus cuidadores principales, pudiendo disfrutar de tiempo libre para ellos o servirles como una fuente de recursos y herramientas que les inspire para poder compartir momentos con sus hijos, bajo la tranquilidad de que lo que se hace en el campamento es lo adecuado para ellos», señala Herrero.