Cada 18 de octubre se celebra el Día Internacional de Concienciación de los Trastornos del Desarrollo del Lenguaje (TDL), una condición que afecta significativamente la capacidad de los niños para comprender y expresarse. A menudo, este trastorno no se limita solo a problemas de comunicación, sino que también puede influir en su desarrollo emocional, habilidades sociales y rendimiento académico. Hablamos con Virginia Estremera, logopeda de El Cole de Celia y Pepe, un centro de Educación Especial, sobre la importancia del diagnóstico temprano y las intervenciones adecuadas para los niños con TDL, antes conocido como TEL.
«El DSM-5 elimina el término ‘específico‘, ya que las investigaciones recientes sugieren que el trastorno no se limita al dominio del lenguaje, sino que también presenta dificultades en otras áreas como la memoria, la atención o, incluso, el desarrollo motor», señala Estremera. Esta redefinición refleja un enfoque más amplio hacia las implicaciones que el TDL tiene en las diversas habilidades del niño.
Además, el TDL puede afectar a áreas del desarrollo social y emocional. «Los niños con TDL presentan un vocabulario reducido, una estructura gramatical simplificada o incorrecta para la edad y un discurso alterado, sobre todo en la narración», comenta la logopeda, subrayando la importancia de diferenciarlo de otros trastornos del habla.
Primeros signos y detección temprana
Identificar el TDL a una edad temprana es crucial para implementar un tratamiento eficaz que pueda ayudar a los niños a superar sus dificultades. «Los niños con TDL suelen empezar a hablar más tarde de lo esperado. Algunos de ellos no dicen sus primeras palabras hasta los 2 años de edad y/o no dicen frases de dos palabras hasta los 3«, explica Estremera. A medida que crecen, estos niños pueden depender más de gestos y sonidos para comunicarse, y tener dificultades para comprender mensajes verbales.
Detectar estos signos a tiempo es fundamental para evitar que se confunda con otros trastornos como el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) o el Retraso Simple del Lenguaje. «Alrededor de los 3 años de edad se podría empezar a diferenciar este trastorno de otros y, entre los 4 y 5 años se podrá realizar un diagnóstico fiable«, añade.
Desarrollo emocional y terapias
El TDL no solo afecta la comunicación, sino también la forma en que los niños manejan sus emociones y se relacionan socialmente. «La dificultad para comunicarse genera problemas emocionales, ya que el ser humano es un ser social por naturaleza«, explica Estremera. Los niños con TDL pueden experimentar más miedos, preocupaciones y una menor confianza en sí mismos en comparación con sus compañeros, lo que puede traducirse en una mayor dificultad para regular sus emociones y una mayor propensión a rabietas y baja tolerancia a la frustración.
Aunque el TDL no tiene una cura definitiva, existen estrategias y terapias que pueden marcar una gran diferencia en la vida de los niños afectados. «En algunos casos, puede ser necesario combinar sesiones de logopedia con otras intervenciones, como la terapia ocupacional o la psicología», menciona Estremera. El tratamiento para los niños en edad escolar suele centrarse en la comprensión de instrucciones en el aula, el desarrollo del vocabulario y la mejora de las habilidades de lectura y escritura.
Para los adultos con TDL, las terapias pueden enfocarse en el aprendizaje de vocabulario técnico y habilidades de comunicación en el entorno laboral, adaptándose a las necesidades específicas de cada persona.
Entorno familiar y escolar
Virginia Estremera destaca la importancia de un entorno familiar y escolar colaborativo para potenciar el desarrollo del lenguaje en niños con TDL. «El entorno donde crecen y se desarrollan los menores tiene gran relevancia, y los progenitores y maestros juegan un papel principal en el desarrollo emocional y del lenguaje de los niños y niñas», afirma. Fomentar un ambiente en el que se desarrollen actividades lúdicas que estimulen la comunicación es esencial para el progreso del niño.
Además, es vital que la escuela trabaje de manera coordinada con el hogar y los terapeutas para garantizar un enfoque integral y consistente. «Aquellos con TDL pueden beneficiarse de adaptaciones curriculares y pedagógicas para facilitar su aprendizaje, como el uso de recursos visuales o auditivos, o la implementación de programas de apoyo escolar», concluye Estremera.
El Trastorno del Desarrollo del Lenguaje tiene un impacto significativo en la vida de los niños, no solo en su capacidad para comunicarse, sino también en su desarrollo emocional y social. Un diagnóstico temprano y una intervención adecuada pueden transformar la vida de estos niños, dándoles las herramientas necesarias para comunicarse de manera más eficaz y manejar mejor sus emociones. Crear un entorno de apoyo en el hogar y en la escuela es fundamental para ayudar a estos niños a alcanzar su máximo potencial.