«Hola. Ésta que veis aquí soy yo. Me llamo Lucía, tengo 52 años y una hija apunto de volar del nido. ¡Ah! También tengo depresión«. Así arranca ‘Danza, Lucía, Danza’, el cortometraje de Neuraxpharm, dirigido por David Barón, para concienciar sobre la depresión. Cada 10 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Un aniversario que, cada año, va ganando adeptos gracias a la visibilidad y a la concienciación que en la última década se está realizando sobre esta rama de salud. En muchas ocasiones, el paciente es capaz de seguir con su vida pero envuelto en una nube de síntomas y molestias que obvia. Por ello, la necesidad de concienciar sobre ello es vital, según los profesionales.

Tras la proyección del cortometraje, se celebró una ‘Lucía Meeting‘, donde los profesionales sanitarios dieron, ante el público, su punto de vista. «En consulta vemos muchos casos de pacientes muy funcionales. Han logrado mantener su puesto de trabajo, sí sufren el efecto de los síntomas de la depresión, pero desconocen que ese es el origen».

Para poner su granito de arena en la divulgación de las enfermedades mentales, Neuraxpharm, con el apoyo de la Fundación ANAED y de la Fundación Querer, ha lanzado un cortometraje que narra la historia de Lucía. En la ficción, la protagonista es una bailarina profesional, ya retirada, que está atravesando una etapa complicada. Su cabeza es incapaz de seguir la conversación que está manteniendo con su hija, que está haciendo la maleta para marcharse de casa para irse a estudiar a otra ciudad. Esta desconexión con la realidad hace que estalle una bronca entre ambas. «¿Pero me estás escuchando? ¡Es que no sé qué te pasa! Me voy a ir a vivir fuera y parece que te importa un pimiento», le reprocha la hija, ante el bloqueo de la madre. Por primera vez en el cortometraje, el espectador puede ver la incapacidad a la que la depresión somete a Lucía.

«Hace un año que no coges el coche. Tuvo que venir el tío para llevarlo al taller porque a ti no te da la gana de conducir», le reprocha la hija. De nuevo, sobre la mesa, la incapacidad, la impotencia del que quiere pero no puede. Y no tiene explicación. La discusión tiene lugar con el sofá de la casa entre ambas. El mueble representa la barrera física que las separa y las distancia por momentos. Aquí, brota la metáfora que conduce todo el cortometraje. Lucía danza con un bailarín vestido de azul. Es un baile de toma y daca, de sometimiento y de poder de la depresión sobre la protagonista. Lucía, aterrada por lo que está sintiendo, levanta la mano. Dice que no puede más, y busca ayuda profesional.

«Este tipo de reproches, de comentarios, son muy poco útiles y beneficiosos para las personas con depresión. Sienten molestias, dolor, angustia, miedo e incapacidad. Cuestionar sus acciones puede agravar su malestar», explicaron el psiquiatra Javier de Diego y la psicóloga Thais Tiana, asesores del cortometraje. «Por ejemplo, hay muchos pacientes a los que les cuesta contarnos en consulta que tienen pensamientos suicidas. En el fondo, temen que les reprochemos eso. Pero nada más lejos. Hay que escuchar, acompañarle y entender qué motivos hay detrás», explicó el doctor De Diego.

Lucía, una vez que ha tocado fondo, acude a la consulta de una psiquiatra. «Lo que más te gusta es la danza. Pues el proceso que vamos a iniciar es muy similar. Los primeros días te costará, no entenderás la nueva coreografía. Estarás exhausta después de los ensayos. Pero, poco a poco, notarás que todo mejora. Y un día te caerás. Te harás daño. Sentirás que vas hacia atrás, que no puedes más, que estás volviendo al principio. Entonces, seguirá la danza. Ahí estaremos todos para acompañarte. Con la terapia y el tratamiento, que es fundamental, todo mejorará», le explica la doctora a Lucía.

«A nuestros asociados les recomendamos que vayan acompañados a terapia. Que sientan que el apoyo es real, que se está ahí con ellos», afirmó José Ramón Pagés, coordinador nacional de ANAED, tras la proyección del corto. «Yo mismo he superado más de una depresión, y el entorno es vital. Hay que seguir divulgando y dando a conocer la depresión. Hoy, antes de que termine el día, 11 personas se habrán suicidado en España. Eso es lo que hay que solucionar».

Lucía, después de comenzar el tratamiento, se muestra como una mujer mucho más segura. Tras pasear por el parque, algo que no hacía desde mucho tiempo atrás, viaja para visitar a su hija. Le reconoce que ha perdido el miedo. La clave en la que coincidieron, durante el coloquio los profesionales de salud. «Pero cómo no va a querer quitarse la vida sintiendo lo que siente. Sabiendo lo que está atravesando esa persona. Sabiendo el dolor físico, emocional, el sufrimiento, la incapacidad que supone tener depresión. Pero hay que ganarle al miedo. Es un paso fundamental», reconocieron De Diego y Tiana.

La depresión

La depresión es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, afectando a más de 280 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, se estima que más de 2,5 millones de personas padecen esta enfermedad, siendo la segunda causa de discapacidad en el país. La depresión impacta significativamente en la calidad de vida, limitando la capacidad para trabajar, estudiar y realizar actividades cotidianas. Su naturaleza incapacitante se debe a síntomas como la falta de energía, dificultades para concentrarse y una profunda tristeza persistente.