Susana Lominchar llevaba más de tres décadas vinculada a la educación ordinaria cuando, hace un año y de forma “totalmente inesperada”, la presidenta de la Fundación Querer, Pilar García de la Granja, le invitó a “ser una inconsciente» y acompañarle en su labor en ‘El Cole de Celia y Pepe’, centro de educación especial ubicado en Madrid, especializado en niños con trastornos en el lenguaje.
Agradecida por el bagaje profesional que le ha dado su paso por colegios de educación ordinaria, consideró la oportunidad como uno de esos “trenes que pasan una vez en la vida” y decidió retomar algo que estaba latente desde sus inicios como estudiante de Magisterio: la educación especial. Ahora, ha traslado su experiencia a las ponencias de las V Jornadas Neurocientíficas y Educativas de la Fundación Querer.
¿Qué temas has abordado durante la ponencia?
Nosotros hemos querido acercar un poco el día a día de nuestro colegio. Cuando hablamos de las jornadas, siempre mencionamos tanto las jornadas neurocientíficas como las educativas. Así, hemos aportado nuestro granito de arena desde la parte educativa. Lo que hemos querido transmitir es cómo el lenguaje escrito, basado en las evidencias educativas que vivimos en el día a día, se trabaja con los niños. Justo antes de nosotros, la doctora María José Más hizo una ponencia maravillosa sobre el lenguaje oral como medio de comunicación. Pero también está el abordaje del lenguaje escrito para ciertos niños que, por sus diagnósticos o dificultades de aprendizaje, no cubren el lenguaje verbal.
En varias ocasiones ha hecho referencia a la multisensorialidad
Eso es. Desde El Cole de Celia y Pepe trabajamos ese enfoque desde una parte multisensorial, basándonos sobre todo en el programa de escritura Handwriting, que es un programa de Estados Unidos diseñado por una terapeuta ocupacional. Dentro del colegio, aunque todos los profesionales están formados en ese programa, toma un peso muy importante la figura del terapeuta ocupacional.
Con los datos en la mano, ¿se puede hablar de avances significativos en el alumnado?
Una de las diapositivas de la presentación muestra un poco esa evolución. Este programa da la oportunidad de evaluar cuantitativamente a los niños con una herramienta llamada The Print Tool, que valora los resultados. Hemos presentado un caso donde aparecen claramente los porcentajes, ya que esta herramienta mide de manera muy estructurada el conocimiento de las letras, desde las mayúsculas, las minúsculas, la memoria, y si cometen errores en espejo o no. Así, si evaluamos a un niño que el año pasado tenía un resultado de un 58% o 70%, y este año, al reevaluarlo, obtiene un 92%, el avance es muy significativo.
¿Por qué reivindican su faceta multidisciplinar?
En el ámbito educativo, te centras mucho en la educación. Nosotros somos uno de los escasos ejemplos en los que esa comunicación ocurre a todos los niveles: no solo tenemos el enfoque educativo, sino también el clínico, terapéutico y médico. Estas jornadas benefician mutuamente, ya que además de nuestro enfoque educativo, escuchamos puntos de vista neurológicos y de investigación, que no son nuestro campo, pero nos aportan muchos datos interesantes.
¿Cómo valora estas jornadas?
Muy positivamente. Creo que compartir la parte educativa con los neuropediatras y científicos investigadores les da una visión del «campo de batalla» que vemos día a día al trabajar con nuestros niños.