Beatriz Gómez ejemplifica con convicción las cualidades esenciales de un buen maestro, especialmente en el ámbito de la educación especial: formación, vocación y la motivación para sacar lo mejor de sus alumnos.
Con más de veinte años de experiencia profesional en educación especial, tanto en centros ordinarios como especializados, esta docente, siempre en formación continua, ha desarrollado varios proyectos de educación asistida con perros para niños con autismo y tiene un interés particular en el lenguaje en personas con daño cerebral adquirido, motivo por el cual está cursando el grado de Logopedia.
Desde hace más de diez años, Beatriz trabaja como maestra y tutora en el colegio Jean Piaget de Zaragoza, el centro de educación especial público más grande de Aragón, que atiende a casi un centenar de alumnos con diversas patologías, como Trastorno del Espectro Autista (TEA), discapacidades motoras, sensoriales e intelectuales. Además, el centro dispone de una residencia para alumnos, tanto del colegio como de otros centros, que viven en poblaciones alejadas de la ciudad y optan por alojarse allí durante la semana.
Beatriz Gómez participó como ponente en las V Jornadas Neurocientíficas y Educativas de Fundación Querer.
¿Cuál ha sido su postura durante la Mesa Redonda que ha abordado la situación de la Educación Especial?
Para mí, se trata de defender la modalidad de educación especial como colegios de alto rendimiento para niños con discapacidad cognitiva y enfermedades neurológicas. Este es un tema que, como ha señalado muy bien Pilar García de la Granja, está politizado y polarizado. A los maestros se nos forma con la idea de que la educación especial es segregadora y que los niños con discapacidad deben estar integrados o incluidos en la escuela ordinaria.
¿Qué desafíos enfrenta el enfoque actual de integrar a los niños con discapacidades en escuelas ordinarias desde temprana edad?
Existen personas que apoyan esta postura y otras que defendemos la libertad de opciones educativas, que haya libertad de elección y que estos alumnos tengan un lugar, unos colegios, una educación especializada que se ajuste a sus características y que no dependa del profesorado ordinario.
¿Qué desafíos enfrenta el enfoque actual de integrar a los niños con discapacidades en escuelas ordinarias desde temprana edad?
La situación es bastante compleja porque, por un lado, se intenta promover la idea de que estos niños, desde pequeños, deben ir a la escuela ordinaria. Sin embargo, como hemos visto a lo largo de las ponencias, el cerebro es más plástico cuando los niños son pequeños.
¿Qué cambios propondría en el sistema educativo para mejorar la inclusión de los niños con discapacidades?
Si entendemos la inclusión como la adquisición de herramientas que faciliten una vida lo más independiente posible dentro de la sociedad, ¿por qué no invertir la dinámica actual? Estos niños podrían asistir desde pequeños a colegios de educación especial, donde se les proporcionen las herramientas, los tiempos y los profesionales especializados que requieren, para que adquieran las habilidades necesarias que les faciliten incorporarse posteriormente a la escuela ordinaria.
Hablan, incluso, de la conveniencia de un cambio de paradigma.
Sí. Porque en la práctica, sucede lo contrario. Estos niños deben asistir sí o sí a la escuela ordinaria, donde muchos de ellos fracasan en el intento, y luego se les deriva a la educación especial. Quizá hubiera que modificar esta manera de actuar.
¿Cree que los padres de niños con discapacidades tienen menos opciones educativas comparados con los padres de niños sin discapacidades?
Piensa en esta pregunta: si tienes un hijo sin discapacidad, puedes elegir el colegio al que lo quieres llevar, uno especializado en idiomas, en deportes, en lo que tú desees. Sin embargo, si tienes un hijo con discapacidad, no te dejan elegir. Debes llevarlo a la escuela ordinaria, supuestamente porque es lo mejor para él. Pero esa es una decisión que debes valorar tú como padre, tomando en cuenta un diagnóstico previo y considerando cuál es el lugar en el que mejor se le pueda dar respuesta a sus necesidades. Y ese lugar no tiene por qué ser una escuela ordinaria. Habrá casos en los que sí, pero habrá otros en los que no.