El Dr. Óscar Marín, destacado profesor de Neurociencia en el King’s College de Londres, lidera el Departamento de Neurobiología del Desarrollo y dirige el Centro del Consejo Médico de Investigación (MRC) para los Trastornos del Neurodesarrollo. Su investigación se centra en comprender los mecanismos que guían el desarrollo de la corteza cerebral de mamíferos, especialmente las interneuronas corticales. Además de su enfoque en la plasticidad cerebral, dedica esfuerzos significativos a estudiar la función de genes relacionados con enfermedades del neurodesarrollo como el autismo y la esquizofrenia.
Con una formación académica sólida que incluye un doctorado en Neurociencia de la Universidad Complutense de Madrid y una experiencia postdoctoral en la Universidad de California en San Francisco, el Dr. Marín ha dejado una marca profunda en la comunidad científica. Su notable trayectoria incluye roles de liderazgo en el Consejo Europeo de Investigación y reconocimientos como el Premio al investigador joven europeo EURYI y el Premio Rey Jaime I de Investigación Básica.
Óscar Marín es uno de los reputados doctores que participarán en las V Jornadas Neurocientíficas y Educativas de Fundación Querer, que tendrán lugar el 6 y 7 de mayo en las instalaciones de la Fundación Rafael del Pino.
P. La próxima semana vuelve a participar en las Jornadas Neurocientíficas de Fundación Querer. ¿Con que ánimo afronta esta nueva edición?
R. Con la esperanza de que estas Jornadas despierten cada vez más interés entre el público en general, y que se acerquen a las jornadas con la idea de aprender un poco sobre la investigación que se está realizando sobre las enfermedades del desarrollo del cerebro.
P. ¿Nos puede desvelar alguna línea general sobre el tema que abordará en su ponencia?
R. Voy a hablar sobre lo mucho que tarda el cerebro humano en desarrollarse, por qué es esto importante y qué esperanzas nos ofrece para encontrar tratamientos para las enfermedades del desarrollo del cerebro.
P. Dr. Marín, como investigador en neurociencia, ¿qué lo llevó a interesarse en el estudio del desarrollo cerebral y las bases neuronales de las enfermedades neurológicas?
R. Creo que no hay nada más fascinante que el cerebro humano, el órgano que nos hace ser únicos, diferentes, y que nos permite preguntarnos sobre el origen del universo. Lo increíble es que una estructura como el cerebro se construya espontáneamente con las instrucciones genéticas que hemos adquirido después de millones de años de evolución. Entender las variaciones que surgen durante el desarrollo del cerebro nos ayudará a comprender cómo se producen muchas enfermedades neurológicas y neuropsiquiátricas.
P. Su trabajo se ha centrado en entender los mecanismos moleculares y celulares que regulan la migración neuronal en el cerebro en desarrollo. ¿Qué descubrimientos destacados ha logrado hasta ahora en este campo?
R. Nuestro trabajo explora muchas fases diferentes del desarrollo de la corteza cerebral, incluyendo la producción de neuronas, la migración neuronal y la formación de conexiones entre diferentes neuronas. ¡El cerebro en desarrollo es increíblemente dinámico! Las neuronas viajan dentro del cerebro en desarrollo durante semanas hasta llegar a su posición definitiva, y durante los últimos años nuestro laboratorio ha contribuido a identificar muchas de las moléculas responsables de ese proceso.
P. Como director del Laboratorio de Desarrollo Cerebral en el King’s College London, ¿puede compartirnos los objetivos y enfoques principales de su laboratorio?
R. En los seres humanos, la corteza cerebral se desarrolla a lo largo de dos décadas, una parte muy sustancial de nuestra vida. Durante este período tan prolongado que comienza en el embrión, pequeñas perturbaciones —en forma de mutaciones genéticas o agresiones ambientales— pueden alterar la trayectoria normal del desarrollo y, en última instancia, alterar el funcionamiento normal del cerebro. En nuestro laboratorio estudiamos la biología celular y molecular del desarrollo del cerebro para comprender y eventualmente corregir estas anomalías.
P. ¿Cuáles son las implicaciones de sus investigaciones para la comprensión y el tratamiento de trastornos neurológicos en humanos, como la epilepsia o el autismo?
R. Es muy difícil curar lo que no entendemos. Necesitamos entender mejor el desarrollo del cerebro para desarrollar estrategias que nos permitan corregir las trayectorias que se alteran en estos trastornos. Es un paso fundamental.
P. ¿Cómo aborda usted la complejidad de los circuitos neuronales y su desarrollo en el cerebro en desarrollo?
R. Con mucha humildad. El cerebro humano es un órgano excepcionalmente complejo, que además tiene la capacidad de cambiar constantemente. Cambia mientras crecemos, pero también cuando aprendemos y olvidamos, por ejemplo. Afortunadamente cada vez tenemos mejores herramientas para estudiarlo.
P. Su investigación también ha explorado la función de los factores genéticos y ambientales en el desarrollo cerebral. ¿Puede hablar sobre cómo estos factores interactúan y afectan el desarrollo neuronal?
R. Los genes son los planos con los que las células construyen el cerebro durante el desarrollo. Pequeñas variaciones en los genes (mutaciones) pueden producir que el cerebro se desarrolle de una manera ligeramente diferente, y eso puede afectar a su función y por lo tanto a nuestro comportamiento. Los factores ambientales, como por ejemplo las infecciones perinatales o el consumo de drogas como el cannabis pueden afectar al desarrollo del cerebro y contribuir a la aparición de trastornos neurológicos y psiquiátricos.
P. ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta actualmente en su investigación y cómo planea abordarlos?
R. Hasta ahora hemos aprendido mucho del desarrollo del cerebro usando modelos animales, como el ratón. El reto es aprender cómo de conservados están los mecanismos que descubrimos en humanos. Y para eso hemos tenido que desarrollar nuevos métodos que nos permitan modelar el desarrollo del cerebro humano, como los organoides cerebrales.
P. Además de su investigación, usted ha sido activo en la enseñanza y la divulgación científica. ¿Cómo cree que la educación en neurociencia puede contribuir a una mejor comprensión pública de los trastornos neurológicos y el desarrollo cerebral?
R. No me cabe duda. Los grandes avances en la lucha contra el cáncer derivan fundamentalmente de la enorme inversión económica que los países más desarrollados han hecho en investigación en este campo, y eso ha ocurrido porque existía una gran demanda social. Necesitamos que la sociedad entienda que las enfermedades del cerebro, incluyendo las psiquiátricas, son como las de cualquier otro órgano, y por lo tanto tienen solución. Pero necesitamos mucha más inversión.
P. ¿Qué avances recientes en la tecnología o las técnicas experimentales son los más prometedores para su investigación?
R. Como mencionaba antes, los organoides cerebrales (cultivos tridimensionales de neuronas embrionarias humanas obtenidos a partir de células madre pluripotentes inducidas humanas) representan un gran avance que nos están permitiendo empezar a modelar el desarrollo del cerebro humano en el laboratorio. Representan una especie de avatar de una parte diminuta de nuestro cerebro en desarrollo. Creo que podremos aprender mucho de ellos.
P. ¿Qué consejo les daría a los estudiantes interesados en seguir una carrera en neurología y neurociencia?
R. El cerebro humano es la última frontera de la ciencia, no hay ningún reto mayor en biología. Los descubrimientos más importantes de los próximos 50 años estarán relacionados con el cerebro. ¡Qué mejor motivación para trabajar en este campo!
P. Finalmente, ¿cuáles son sus esperanzas y aspiraciones para el futuro de la neurociencia y su impacto en la salud humana?
R. Soy muy optimista, pero nos queda mucho por descubrir. Pero no me cabe ninguna duda que los avances se terminarán transformando en tratamientos que mejoren la vida de muchas personas afectadas por los trastornos del desarrollo del cerebro.