El estudio actual evaluó tres pruebas de cognición social (SC, por sus siglas en inglés) por su utilidad clínica para ayudar al diagnóstico del autismo. Para hacerlo, comparamos el rendimiento de 86 niños con trastorno del espectro autista (TEA) y 68 niños con desarrollo típico (TD, por sus siglas en inglés), todos de 4 a 10 años de edad, en tres tareas SC [la Entrevista de procesamiento de información social (SIPI), la Tarea del cómic (CST) y la versión para niños de la Tarea de los Ojos] y calculamos la puntuación de umbral que mejor diferenciaron a los dos grupos.
Si bien las dificultades en estas habilidades parecen representar el «núcleo central» del TEA, se han venido ignorando en gran medida las pruebas SC cuando respaldan los diagnósticos de autismo. Por lo tanto, este estudio intentó validar y evaluar el potencial diagnóstico de estas tres tareas para niños con TEA. Para investigar la precisión de estas pruebas SC, usamos la curva de característica operativa del receptor (ROC).
Como era de esperar, el grupo de TEA se desempeñó peor que el grupo de TD en el SIPI y CST, pero contrariamente a nuestra predicción, los grupos no difirieron significativamente en la Tarea de Ojos. Específicamente, el área total bajo la curva (AUC) para el SIPI fue de 0,87, con una sensibilidad del 73,5% y una especificidad del 83,9% en el mejor punto de corte (rango de puntuación 0-36; mejor punto de corte = 31). El AUC general para la CST fue de 0,75, con una sensibilidad del 71,1% y una especificidad del 77,0% en el mejor punto de corte (rango de puntuación 0-15; mejor punto de corte = 11). El AUC general para la Tarea Ojos fue de 0,51, con una sensibilidad del 50,3% y una especificidad del 40,2% en el mejor punto de corte (rango de puntuación 0-54; mejor punto de corte = 45).
En conclusión, los resultados mostraron que la prueba SIPI tiene un buen poder predictivo para clasificar a los niños con TEA. Debe proporcionar información clínica complementaria sustancial y ayudar a consolidar los procedimientos de diagnóstico basados en herramientas estándar. Además, los resultados del estudio tienen implicaciones sustanciales para la práctica clínica: cuanto mejor sea el conocimiento del funcionamiento de la CS en niños con TEA, más efectivo será el programa de intervención para la rehabilitación.
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