Le decimos a los niños con toda tranquilidad que un euro y cien céntimos es lo mismo, o que un euro son cien céntimos.
Pero, ¿puede el niño comprobarlo o tiene que hacer un acto de fe y creérselo?
Podríamos decirle que tratase comprobar que 100 céntimos caben en 1 euro pero, por más que los apile con mucho cuidado, no podrá comprobar que esta relación es cierta.
En una ocasión estaba trabajando con mis alumnos de 2.ºEP la relación entre el euro y el céntimo. Decidimos establecer un sistema monetario en clase que nos permitiese comprobar la relación sin necesidad de hacer un acto de fe. ¿Qué mejor material para tal fin que los bloques multibase?
- Establece la placa cien como moneda de 1 euro. Si es necesario pide a tus alumnos que escriban 1€ encima de la placa.
- ¿Cuántas piezas azules son necesarias para cubrir por completo la placa a a la que hemos llamado «1 euro»? ¡Primer reto conseguido! Parece que es cierto que 1 euro equivale a 100 céntimos . Deja que tu alumno dedique el tiempo que necesite en comprobarlo. ¡Tiene que comprobar por sus medios que es cierto!
- ¿Y piezas rojas? ¿Cuántas cubren la placa de 1 €? ¡Segundo reto conseguido! 10 barras rojas equivalen a 1 €. A la barra roja la podemos llamar «10 céntimos»
Hecho esto ocurrió en clase algo mágico. Generamos una actividad de compra-venta en la que unos eran compradores y otros vendedores. Teníamos una lista de artículos de distintos precios:
- Pinturas: 2 euros
- Cuaderno: 1 euro y 12 céntimos
- Estuche: 4 euros
- Goma de borrar: 50 céntimos
Todo iba bien. Los niños compraban y vendían a buen ritmo lo que yo les iba indicando hasta que dije:
– Compramos una goma.
Álvaro se me acercó y me dijo que él no tenía monedas de 50 céntimos y que no podía comprar la goma. Su mesa estaba llena de barras de esas que habíamos llamado «10 céntimos». Le mandé a su sitio diciéndole: – Busca bien, ya verás como tienes.
Al poco, vino con 5 barras rojas. Yo, orgulloso de mí mismo, pensé: «Viene a decirme que ya ha descubierto que 5 barras de 10 céntimos equivalen a 50 céntimos.¡Pero no! ¡Su respuesta fue mucho mejor y nos abrió infinidad de problemas más para trabajar en clase! Su respuesta fue:
– ¿Me das un trozo de celo, por favor?
Le miré asombrado y le di el celo. Esto es lo que hizo con él:
Yo me había empeñado en que vieran que 100 céntimos equivalían a 1 euro olvidándome de que las monedas de 50 céntimos existen ¡y no las habíamos fabricado! Inmediatamente fabricamos las monedas de 20 y 50 céntimos transformando, gracias a Álvaro, una actividad rica en una actividad muy rica.
¿Y si en vez de un trozo de celo hubiera pedido tijeras? Sin duda se las habría dado:
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Profe Bernabeu.