Hace 6 años, tuve mi primer cirugía en Montreal. 15 de marzo de 2012. Me estaba preparando para lo que sería mi primera neurocirugía y todos esperaban que fuera el final de mi epilepsia.
Estaba sorprendido de mi estado de ánimo camino a la cirugía. Y de como todos a mi alrededor parecían más preocupados que yo. Me sentía como una estrella del espectáculo.
Mi cirugía era el tema de conversación de todos. Para mi era una sensación extraña y no me pareció real hasta la noche anterior cuando me fui a dormir en aquel apartamento alquilado en Montreal, en el que me desperté temprano a la mañana siguiente – la cirugía estaba programada para las 8:30 a.m. De alguna manera, sabía que todo iría bien, pero el nivel de ansiedad general que se respiraba era evidente.
Los médicos me abrirían la cabeza y serrarían mi cráneo. Esa era la parte más inquietante del procedimiento, de 10 horas de duración. La parte en la que serraban mi cráneo fue como estar en el dentista y sentir el torno vibrando, solo que en toda la cabeza. Todo sonaba tan fuerte, como cuando estás en un avión con auriculares o nadando bajo el agua en una piscina ruidosa o cuando las olas te golpean en la playa…
Esta fue mi primera experiencia con la neurocirugía, sobre la segunda ya os hablaré en otra ocasión, pero mi experiencia con esta y lo que terminó siendo un fracaso fue diferente de lo que cabría esperar. Recuerdo a la mayoría de las personas a mi alrededor y eso hacía que me sintiera asombrosamente calmado. Aunque todos a mi alrededor estaban ansiosos y yo podía sentir su inquietud y nerviosismo, me sentía como si estuviera viendo una película o caminando por un museo con alguien que me explicara arte.
Después de la cirugía mi mamá y mis hermanos vinieron a verme. Fue muy emotivo. Aun así, no pude evitar reírme de mi enorme cabeza vendada. El apoyo familiar hace que la peor situación sea soportable e incluso divertida. Los recuerdos que tengo de cosas divertidas que hicimos en familia durante las 2 semanas anteriores a mi primera cirugía son algunos de los mejores momentos que pasamos en familia; la manera en que todos nos llevamos durante la Navidad y como las discusiones entre hermanos se olvidan temporalmente.
Lo que quiero decir es que la cirugía es definitivamente un procedimiento serio, y pasar por ello en dos ocasiones me hizo apreciar el apoyo de mi familia y amigos. Toda la preparación por parte del personal sanitario no fue nada comparada con el amor mostrado por la gente que me acompañó.
En conclusión, ante el monstruo de la neurocirugía, tener a tu lado una familia que te ama y apoya, no tiene precio.
6 years ago, I had a brain surgery in Montreal. March 15th, 2012. I was preparing for what would be my first neurosurgery and everyone was hoping that it would be the end of my epilepsy.
I was surprised at how I was feeling going into surgery. I was also surprised that everyone around me seemed to be more worried than I was. I felt like a show´s star.
My surgery was the topic all people were talking about. It was a strange feeling and didn’t seem real until the night before when I went to sleep in the rented apartment in Montreal and then woke up early the next morning – the surgery was scheduled for 8:30 am. Somehow, I knew everything would be ok but the level of anxiety in the atmosphere was hard to ignore.
Doctors were going to cut open my head and saw through my skull. That was the most disturbing part of the 10-hour long procedure. Sawing through the skull was like going to the dentist and having that drill vibrate throughout your head. It all sounds so loud, like when you’re on an airplane with headphones or swimming under water in noisy pool or feeling waves crash over you at the beach…
This was my first experience with all this neurosurgery business and I’ll tell you about the 2nd surgery another time but my experience with this and the lead up to the eventual flop was different from what you might expect. I remember more of the people around me and feeling unusually calm. Even though everyone around me was anxious and I could feel their panicky unease and nervousness, I felt like I was watching a movie or walking through a museum with someone explaining the art to me.
Afterwards my mom and brothers came into see me in recovery. It was very emotional. I couldn’t help but laugh at my huge bandaged head. Family support makes the worst situation bearable and even fun. Memories I have of fun things we did as a family during the 2 weeks before my first surgery are some of the best times spent as a family, like the way everyone gets along at Christmas and all the arguments and disagreements between siblings are temporarily forgotten or put on pause.
What I mean, brain surgery is definitely a serious procedure and going through it twice really made me appreciate the support from my family and friends. All the preparation the doctors tried to organize was nothing compared to the love shown by the people around me.
In conclusion, with a fight like neurosurgery on the line, having family who love you in your corner is priceless
Teo Cochrane
Psicólogo con experiencia en la enseñanza.